DIARIO VASCO, 9/1/12
La formación intenta abrir, sin éxito, una interlocución con los populares vascos. La marcha de Bilbao fue el primer paso de la estrategia para elevar la presión política sobre Rajoy
Se cumple mañana un año del anuncio por ETA de su alto el fuego permanente y verificable. La esperada tregua fue el paso previo al cese definitivo de la violencia proclamado diez meses después. Supuso también el inicio de un año decisivo en el que la izquierda abertzale dio un paso histórico en su desmarque de la violencia y su sensibilidad ideológica logró retornar a las instituciones a través de las coaliciones Bildu y Amaiur. Nada tiene que ver, por tanto, la actual situación política vasca con la de hace doce meses. Pero 2012, con la entrada del PP en el Gobierno español en sustitución de los socialistas, nace con nuevos parámetros sobre los que discurrirá el camino para la normalización y pacificación definitiva.
Así lo entiende la izquierda aber-tzale, que se prepara desde ya para una gestión larga y difícil del final de ETA ante el silencio que, por el momento, mantiene Mariano Rajoy sobre la estrategia que desarrollará en Euskadi. El mundo de la antigua Batasuna, consciente de los recelos con los que el PP afronta el escenario abierto en Euskadi, está dispuesta a dar nuevos pasos para crear un clima de confianza con el nuevo Ejecutivo e implicarle en una gestión flexible de la nueva situación, en especial en lo relacionado con los presos, según fuentes de la formación independentista. No obstante, no renunciará a elevar la presión política sobre Rajoy.
110.000 personas en Bilbao
La multitudinaria manifestación por los reclusos del sábado en Bilbao, una de las más grandes de la historia y que, según los datos de los impulsores, congregó a 110.000 personas, fue el primer paso de esta estrategia y sirvió a la izquierda abertzale para exhibir su fuerza. El mundo de la antigua Batasuna ha acogido con decepción las primeras actuaciones del Ejecutivo popular. El gabinete de Rajoy no solo no ha mostrado todavía ningún signo de querer flexibilizar la política en las cárceles sino que, además, trató con desdén político a Amaiur en la investidura en el Congreso, negándole el grupo propio contra el criterio del resto de fuerzas, critican desde la formación independentista.
Otros gestos, como el nombramiento de dos personas encuadradas en el sector más duro del PP, Carlos Urquijo e Ignacio Cosidó, como delegado del Gobierno en Euskadi y director de la Policía, respectivamente, tampoco inducen al optimismo del sector soberanista. En todo caso, la izquierda abertzale está convencida de que será el presidente quién marque la línea a seguir, por encima de los nombres elegidos para completar su equipo.
Los dirigentes abertzales reconocen en privado que no les ha sorprendido lo que consideran «cerrazón» del PP, provocada en buena parte por la presión del ala más «extremista» del partido sobre Rajoy. De hecho, la precipitación de los acontecimientos a finales de 2011, con la declaración de ETA de cese de la violencia para octubre cuando parecía que la decisión se iba a demorar hasta conocer los planes del nuevo inquilino de La Moncloa, obedeció a los recelos que despertaba el proceder de los populares y para evitar que este partido pudiera acabar desbaratando «todo el camino andado» por el mundo de Batasuna.
No obstante, la izquierda aber-tzale está dispuesta a dar nuevos pasos para generar un clima de confianza y distensión que permita avanzar en el proceso para resolver las «consecuencias del conflicto», en alusión a los presos, las víctimas y el desarme. La formación ilegalizada insiste en que la «histórica decisión de ETA de cesar su actividad armada definitivamente» abre de par en par «las puertas a la fase resolutiva» y «allana el camino» al PP para adoptar medidas audaces.
Proceso a la irlandesa
La exigencia de la disolución de ETA y la entrega de las armas como requisito previo para abordar medidas que mejoren la situación de los reclusos parece ser el escollo que separa a ambas partes. La izquierda abertzale aboga por un proceso a la irlandesa, basado en un discreto trabajo de ‘cocina’ que implique al Estado y que permita avanzar tanto en materia de presos como en el desarme de ETA y sus militantes, lo que, explican, desembocaría en la automática disolución de la organización armada, tal y como exige el nuevo Gobierno.
Es en este sentido donde la izquierda abertzale no entendería que Rajoy y su equipo no actuaran con flexibilidad en un contexto inédito e «irreversible» sin violencia de ETA, en el que además podrían participar, incluso como intermediarios con la organización armada, verificadores y líderes internacionales de todo tipo de sensibilidades políticas, como se evidenció en la Conferencia de Aiete que precedió al anuncio del final del terrorismo. La formación independentista denuncia que en el actual contexto sin violencia y de distensión se mantengan políticas como la dispersión de reclusos, con el «riesgo» añadido de que esta estrategia cause, como en los últimos años, numerosos accidentes de tráfico entre los familiares que acuden a visitar a los internos en cárceles de fuera de Euskadi.
Entre los pasos que la izquierda abertzale trata de dar para lograr una solución se encuentra el intento de abrir una interlocución con el PP vasco. De momento, la formación independentista no ha tenido éxito aunque espera que algunos gestos del partido de Antonio Basagoiti, como sus encuentros con sus socios en Amaiur, Aralar y EA, con la que se reunirá el próximo jueves, faciliten el deshielo. El mundo de la antigua Batasuna contempla al mismo tiempo seguir avanzando en el reconocimiento al daño causado a las víctimas del terrorismo.
Dos reuniones clave
Las reuniones que tiene previstas Rajoy en febrero con el lehendakari Patxi López, por un lado, y el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, por otro, podrían provocar un cambio en la situación. Ambos dirigentes vascos llevarán a Madrid peticiones para que el Gobierno central flexibilice la situación en las cárceles y contribuya a consolidar el escenario sin violencia abierto en Euskadi.
Ambos encuentros son claves. En el caso del líder del Gobierno Vasco, por el pacto suscrito con el PP de Basagoiti en materia antiterrorista y de cuyo mantenimiento depende que el Ejecutivo del «cambio» culmine la legislatura. En este sentido, un eventual desencuentro entre López y Rajoy podría complicar la relación entre los socios vascos. La cita del nuevo ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, con su homólogo vasco, Rodolfo Ares, el día 24 en Vitoria, puede arrojar algunas pistas.
La reunión de Rajoy con Urkullu también se prevé fundamental. El PP aspira a un entendimiento en materia económica con el PNV, tanto en Madrid como en el País Vasco, y el compromiso de Rajoy con el nuevo escenario político vasco puede ser una condición que plantee el presidente jeltzale.
En este sentido, la izquierda abertzale cree que si el Gobierno central se enroca en una política de dureza respecto al nuevo escenario vasco, puede ocasionar problemas al PP en Euskadi y volverle a «aislar políticamente». El hecho de que hasta los socialistas estén ya en sintonía con las demandas de modificar la política penitenciaria reforzaría esta teoría que maneja el mundo de Batasuna, con las elecciones autonómicas en el horizonte. Unos comicios en los que esperan poder participar ya con Sortu legalizada, aunque aquí también se muestran cautelosos ante la decisión que vaya a emitir la Justicia.
El futuro de este nuevo partido, con el que la formación busca salir de la clandestinidad, será la otra gran prioridad que se marca la izquierda abertzale para que 2012 sea un año de «grandes avances» como el anterior, que se inició aquel lunes 10 de enero a mediodía con el comunicado de ETA de la ansiada tregua.
DIARIO VASCO, 9/1/12