EL CONFIDENCIAL 03/08/14
FEDERICO QUEVEDO
El pasado día 25 de julio El Confidencial publicaba una carta abierta del actor Javier Bardem denunciando el “genocidio” de Israel sobre el pueblo de Gaza. Unos días después, esa carta era respondida también en este periódico por un lector de origen judío, en términos muy respetuosos pero que dejaban en evidencia muchos de los errores que se cometen cuando desde una posición claramente antisemita se juzga de una manera tan sectaria la actuación de Israel.
Esto es tan cierto que también el jueves su propia mujer, la también actriz Penélope Cruz, se veía obligada a emitir un comunicado matizando su apoyo a otro anterior firmado por ella, su marido y ‘los de siempre’ de la izquierda cultural española –con Pedro Almodóvar a la cabeza– en los mismos términos que la carta abierta de Bardem (Bardem hizo lo propio el viernes). Pero, sin duda, el asunto que el mismo jueves protagonizaba las redes sociales era el exabrupto de Pilar Manjón en Twitter: en un arrebato inexplicable de xenofobia calificaba a Obama de “negro de la Casa Blanca” y a su mujer de “la P. de su mujer”.
Las muertes de niños no son solo responsabilidad del Ejército israelí, sino que en muchas ocasiones lo son también de Hamás, que los utiliza como escudos humanos frente a las bombas y que les impide escapar de ellas Y todo por apoyar a Israel. Vaya por delante, antes de que los fanáticos de siempre me pongan a caer de un burro, que al primero que le duelen un horror las imágenes de niños muertos bajo las bombas israelíes es a mí. No lo entiendo. No puedo aceptar que los niños sean las víctimas inocentes de conflictos que convierten a sus mayores en bárbaros. Y lo condeno. Condeno las muertes de niños inocentes en Gaza, en Israel, en Siria y allá donde la crueldad humana se ceba con los más indefensos. ¿Quién puede opinar lo contrario?
Pero, dicho eso, las muertes de niños en Gaza no son solo responsabilidad del Ejército israelí, sino que en muchas ocasiones lo son también de una organización terrorista llamada Hamás que los utiliza como escudos humanos frente a las bombas y que les impide escapar de ellas a sabiendas de que van a morir. Yo no soy un experto en el conflicto palestino-israelí, y no voy a hacer aquí un ejercicio de pretendida sabiduría sobre el tema en busca de una solución que nadie tiene, salvo la del entendimiento entre ambas partes.
Pero no deja de sorprenderme la impudicia con la que la izquierda española desata su ira contra Israel, un Estado democrático en el que impera el principio de soberanía nacional e igualdad ante la ley, al tiempo que manifiesta su complacencia con una organización terrorista que defiende la yihad con todo lo que eso implica de imposición de una dictadura religiosa de terribles consecuencias para los derechos humanos y la igualdad entre hombres y mujeres. ¿Por qué los mismos que firman comunicados contra Israel se callan ante la barbarie cruel e inhumana que día tras día se ceba con cientos de niños inocentes en Siria?
No deja de ser curioso que mientras otros estados árabes de la zona se mantienen al margen e, incluso, manifiestan una cierta simpatía con la causa judía contra Hamás, sean un grupo de ricos progres con Visa Oro y sicav en Luxemburgo los que vengan a defender lo indefendible. ¿Por qué? No lo sé, la verdad. No alcanzo a entender la razón de un antisemitismo militante que los pone a la altura de la Alemania nazi, salvo que vean en el pueblo judío la expresión impresionista de sus odios más ancestrales: el cristianismo y el liberalismo. Es decir, lo mismo que les ocurría a los nazis.
Estos chicos de la progresía del lujo y de las sicav olvidan que si no fuera porque Israel ha dado la batalla de la democracia frente a los yihadistas probablemente a esta alturas los tendríamos a nuestras puertasY por extensión ese ‘odio’ alcanza a todos aquellos que de una u otra manera se sienten identificados con la causa judía o, simplemente, la comprenden, y de ahí el exabrupto xenófobo de Pilar Manjón, empeñada en ser más papista que el Papa. Pero estos chicos de la progresía del lujo y de las sicav, que son los mismos que justifican a Fidel Castro y a Hugo Chávez mientras ellos se bañan en piscinas de oro en Miami, lo que olvidan es que el pueblo judío es el último enclave de nuestra civilización allí donde reside la cuna del odio hacia la misma, y que si no fuera porque Israel ha dado la batalla de la democracia frente a los yihadistas probablemente a esta alturas los tendríamos a nuestras puertas. Me gustaría saber cómo reaccionarían estos mismos defensores de la ética progresista si a sus mujeres las obligaran a llevar burkas de la cabeza a los pies y a algunos de sus amigos gais los colgaran del cuello en la Plaza Mayor de Madrid como escarmiento.
Eso es lo que defiende Hamás, y por eso no duda en utilizar a la población civil como escudo ante las bombas israelíes. Yo, como Penélope Cruz en su comunicado matizando su postura, lo que quiero es que de una vez por todas haya paz, que de una vez por todas se entiendan. Pero mientras eso llega, si es que llega alguna vez, seguiré condenando la muerte de niños inocentes, pero seguiré responsabilizando de esas muertes tanto a quienes lanzan las bombas como a quienes utilizan a esos niños como escudos humanos y prefieren la tensión del conflicto a una paz que acabaría con su razón de ser.