JUAN CARLOS VILORIA->EL CORREO
- El «no a la guerra» está interiorizado en el discurso radical progresista
Ha tenido que ser un socialista como Josep Borrell, ahora en el ojo de la tormenta ucraniana, quien ha lanzado el discurso más aguerrido en Europa desde la constitución de la Unión. Borrell ya avisa de que los europeos no podemos ser herbívoros en un mundo de carnívoros y que habrá que «aniquilar» al ejército ruso si las cosas se ponen peor. Por fin alguien admite que debemos liberarnos de la dependencia militar de EE UU/OTAN y del cordón umbilical energético que nos hipoteca a Moscú.
Pero la izquierda herbívora sigue en su trinchera apaciguadora frente a los carnívoros, como demostró estos días Rodríguez Zapatero clamando contra la «peligrosa pendiente» de incrementar los gastos en Defensa. Zapatero representa esa izquierda que dice ‘no’ a enviar armas a los ucranianos, ‘no’ a incrementar los gastos en armamento, ‘no’ a la OTAN que garantiza nuestra integridad territorial y soberanía nacional. Una izquierda que recurre a la retórica pacifista del diálogo y la negociación cuando los carniceros de Moscú atacan indiscriminadamente objetivos militares y a población civil.
Pero es que el «no a la guerra» está desde hace décadas interiorizado en el discurso radical progresista y asociando guerra a la derecha y al imperialismo. Cuando Pedro Sánchez presentaba su campaña electoral en 2015 ya dijo que, si sobraba algún ministerio, era el de Defensa. España lleva décadas con unas Fuerzas Armadas infradotadas. Se ha especializado en misiones humanitarias en el exterior, una especie de UME internacional, en lugar de prepararse para repeler posibles agresiones o incorporarse a un hipotético ejército europeo para defender los valores de la libertad y la democracia en el continente. Herbívoros en un mundo de carnívoros.
La feroz invasión de Ucrania ha ido empujando a Sánchez a posiciones más realistas y a despegarse del falso pacifismo de Unidas Podemos. Aunque inicialmente apostó por enviar solo ayuda humanitaria a Zelenski, tuvo que cambiar de opinión por la presión de la opinión pública. Aunque en sus primeros Presupuestos con Unidas Podemos mantuvo su línea minimalista con las Fuerzas Armadas, la realidad le ha obligado a subir la dotación del Ministerio de Defensa. Y como el presidente es un poco diletante y a veces recuerda el personaje de ‘Zelig’, se ha puesto a la cabeza de la manifestación y los Presupuestos del próximo año incluyen un aumento del gasto militar del 25,8%.
Casi 8.000 millones se dedicarán a la compra de armamento y a renovar el obsoleto. Sus socios no han tenido más remedio que tragarse el sapo para no romper el Gobierno, pero en su fuero interno siguen diciendo ‘no a la guerra’, en lugar de ‘no a Putin y a la invasión de Ucrania’.