El Correo-Twitter: Alberto Ayala

El PSOE, Podemos y los nacionalismos exhiben otra vez su fortaleza cuando se unen y su debilidad cuando se dividen

La política española se permitió ayer un pequeño alto en el camino en el Congreso de los Diputados para mirarse al espejo y certificar cuál es su realidad a día de hoy. Para que todos, en especial izquierdas, nacionalistas y secesionistas varios constataran sus fortalezas y también sus debilidades al margen de los sueños, los planes, los virajes y las trifulcas que contaminan la agenda diaria.

El Gobierno de Pedro Sánchez llevó a convalidar al Parlamento ocho importantes reformas de su agenda social. Ocho reformas que el Consejo de Ministros aprobó por el procedimiento de urgencia en diciembre pasado mediante decreto ley para sortear la situación de minoría del Ejecutivo en la Cámara baja.

Los socialistas, que sólo tienen 84 de los 350 diputados que integran el Congreso tras obtener con Pedro Sánchez los peores resultados de su historia en las dos últimas llamadas a las urnas, son plenamente conscientes de que deben aprovechar el tiempo que sean capaces de aguantar en el poder para intentar movilizar a millones de desmotivados votantes de izquierdas de cara a próximas citas electorales, las primeras en cuatro meses, el 26 de mayo.

¿Resultado de la experiencia? PSOE, Podemos, nacionalistas y secesionistas reconfirmaron, como ya sabían, que pueden cambiar cosas importantes si son capaces de anteponer lo que les une a lo que les separa, y que eso es lo que aguardan muchos de sus votantes. Y, al mismo tiempo, que el Gobierno Sánchez lo va a tener francamente difícil para resistir si sus aliados en la moción de censura insisten en quebrar esa mayoría con pasmosa facilidad.

Ayer quedaron convalidadas decisiones gubernamentales de alto calado político y social como la subida de las pensiones con carácter general en un 1,6%, y en un 3% las mínimas y las no contributivas. También el alza de los salarios de los funcionarios en un mínimo del 2,25%, porcentaje al que se sumará otro 0,25% más en función de cómo evolucione el PIB y aún otro 0,25% procedente de fondos adicionales.

Sin embargo, el enésimo encontronazo del Gobierno Sánchez con Podemos (y con ERC y EH Bildu) tumbó el decreto de reforma de los alquileres que el Gabinete socialista alumbró en diciembre. Con ello se vuelve al modelo que implantó el PP en 2013. Una derrota políticamente significativa y con recorrido social.

¿Qué movió a los podemitas a votar ‘no’ a un texto que comparten en sus líneas maestras? Pues que en el decreto no se autoriza a los ayuntamientos a limitar el precio de los alquileres en las zonas más tensionadas de las ciudades, como afirma Iglesias que pactó con el presidente.

Aviso a navegantes, pues, para el Ejecutivo Sánchez en puertas de que arranque la discusión de su proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2019. Pero idéntico aviso para las formaciones que derribaron a Rajoy y auparon a La Moncloa al secretario general del PSOE.

El Gabinete socialista va a tener muy difícil aguantar si la izquierda de la izquierda y los secesionistas insisten en que Sánchez trague sus demandas de máximos que saben no va a tragar. Si tal cosa ocurre, y existen demasiados indicios que apuntan en esa dirección, sobre todo en el caso de los soberanistas catalanes, que nadie descarte que el electorado insista en pasarles la correspondiente factura en las urnas. Para profunda satisfacción de las derechas.