- ¿Quién puede no ilusionarse viendo reunidos en el congreso del PSOE madrileño a Óscar López, Bolaños, Albares, Cerdán, Illa, Zapatero y Sánchez Acera?
El PSOE lleva un tiempecillo —un par de generaciones— siendo goleado en Madrid. Pero acaba de celebrar su 15º congreso regional y esta intentona será la buena, porque por el escenario desfiló un equipazo capaz de animar a cualquiera. Todos reunidos además bajo un lema «inspirador», como dicen ahora los cursis: «La izquierda valiente».
Según explicó Zapatero, que curiosamente todavía se atreve a salir a la calle tras su recital en Venezuela, el PSOE fue «demasiado educadito» en las municipales y autonómicas de 2023. Así que ahora toca ser «valientes» y arrearle a Ayuso hasta en el cielo del paladar, porque es «una ultra» y además forma parte de una siniestra «internacional reaccionaria», según nos desvelaron allí (aunque eso ya lo sospechábamos: no hay más que darse un garbeo por Madrid y ver las cruces gamadas que penden de las farolas y el horrible ambiente de represión a lo Lukashenko que se respira).
Vamos con el «dream team» que nos ilusionó a todas y todos en el congreso regional. Lo primero, el candidato, el siempre inspirador Óscar López. Un gachó de rictus avinagrado, vapuleado la única vez que se presentó a unas elecciones, que no ha currado una hora de su vida fuera del PSOE, donde ha chupado del bote en todo tipo de spas de relleno, y que puede acabar salpicado por las alegres aventuras de García Ortiz, el filtrador enmascarado. No puede existir un madrileño, madrileña o madrileñe que no se sienta motivado al escuchar a Óscar, cuyo nivel es tal que casi evoca al de otro López de leyenda, Pachi, el Pericles del Bocho.
Se paseaba también por el escenario otro cúmulo de simpatía, Bolaños, el nuevo fontanero para todo de Sánchez, encargado de la muy «progresista» encomienda de atornillar a la justicia y someterla para siempre a los designios del Querido Líder.
A su lado, el Metternich de nuestra era, Albares, cuya petulancia, inversamente proporcional a sus habilidades diplomáticas, acaba de lograr el raro hito de suscitar la atención de la prensa anglosajona, que lo retrata bajo el mote de «Little Napoleón», traducción elegante del «Napoleonchu» con que lo honran Ussía y Pérez-Maura.
Y Santos Cerdán, embajador especial ante delincuentes fugados en el extranjero y un habitual en los tinglados de Aldama. Y la señora Sánchez Acera, correo en las maniobras orquestales en la oscuridad de Ortiz, premiada como número dos de López tras pringarse en la guerra sucia contra Ayuso y espantar al propio Lobato con su hooliganismo.
Como refuerzo de fuera de Madrid, Óscar López contó con la flema y el atusado flequillo de Illa. Gran idea. ¿Puede alguien ilusionar más a los madrileños que Illa, que propone dejarlos sin parte de su pasta para que los catalanes disfruten a sus expensas de un cuponazo estilo chupategui y de la condonación de su deuda? (por no hablar de lo muy leal que fue con Madrid durante la pandemia).
Pero un partido como el PSOE, con tanta solera y tantos «años de honradez», nunca debe olvidar su memoria. Por eso se sumó a la fiesta congresual el admirado estadista Rodríguez Zapatero, con su ancha sonrisa y sus ojos glaucos que rezuman una inocente pureza… Es decir, el blanqueador de los crímenes de Maduro, el lobista para consorcios vinculados al PCC chino, el contador de nubes que al parecer hace todo eso por amor al arte, pues en sus declaraciones de bienes no constan incrementos patrimoniales (y por favor, no me sean malpensados, estamos simplemente ante un desinteresado filántropo al que le ponen los regímenes represivos; como diría Bolaños, «no hay nada de nada»).
Para clausurar el congreso, pirotecnia faltona a todo meter con el mismísimo marido de Begoña, hermano de Azagra, ex amiguete íntimo de Ábalos, rehén de Puigdemont y coleguita de Otegui y Junqueras. El débil mandatario con creciente vocación de autócrata que quiere conseguir lo que no logra en las urnas a mandoble limpio con los jueces, las instituciones y la prensa crítica («digitaluchos», en la jerga del educadísimo presidentucho Illa, que al igual que su jefe depende del dedo de ERC y no tiene ni presupuestos).
«El PSOE de Madrid no se va a diferenciar de Sánchez. No, no y no. Es lo mismo, y a tope», pelotilleaba entregado Óscar López, con ese brillo oratorio que lo distingue. En su discurso de clausura, Mi Persona, acreditado demócrata y socio del partido de ETA, nos advertía de nuevo sobre la «multinacional ultra» de la peligrosa extremista que preside Madrid.
Parece claro que el futuro electoral de Ayuso pende de un hilo ante el impresionante tirón de la «izquierda valiente». ¿Quién va a querer seguir sufriendo a la «ultraderecha» cuando puedes disfrutar de la reconfortante experiencia de que te abrasen a impuestos, te metan el wokismo hasta en la sopa y te den la chapa guerracivilista en lenguaje inclusivo?