Ignacio Camacho-ABC
- El anuncio de tímidas rebajas fiscales es la válvula de escape que Sánchez ofrece a la creciente tensión de la calle
Gasto en Defensa, rebajas fiscales… mucho promete Sánchez para los socios que tiene. Habida cuenta de su currículum en retractaciones no se sorprenderá del escepticismo de la gente. De momento las medidas anunciadas no van a implementarse, y ya veremos cómo, hasta el día 29. Lo que significa que la energía, los carburantes y los productos de consumo cotidiano seguirán subiendo durante todo el mes de marzo, y ello en el supuesto de que el recorte impositivo entre en vigor de inmediato. Aliados sanchistas como el PNV sospechan que puede haber cambio de planes electorales. Improbable: la derecha en conjunto sigue por delante y adelantar los comicios en estas condiciones equivaldría a suicidarse. La reconversión del presidente parece debida más bien al temor de una sacudida de protestas en la calle, pese a que los sindicatos mantienen una amigable y subvencionada complicidad con la coalición gobernante. «El silencio de los obreros» lo ha llamado alguien en las redes sociales.
La inversión en equipamiento militar es un brindis al tendido de sol europeo a sabiendas de que se trata de un proyecto que cuenta con el rechazo expreso de los independentistas y de Podemos y que por tanto sólo resulta viable si el PP otorga su consenso. El primer incremento, dos décimas del PIB, tendría que entrar en los próximos presupuestos, que en año electoral tienen escasas posibilidades de salir adelante por falta de acuerdo. En todo caso no se votarán hasta finales de año y quién sabe si para entonces no ha deflactado la voluntad general de rearme provocada por el conflicto ucraniano. El resto del compromiso, seis décimas más hasta un total del dos por ciento, es a largo plazo y será otro Gobierno -tal vez de distinto signo- el encargado de llevarlo a cabo. Con los actuales apoyos ese plan no va a prosperar en ningún caso, pero lo importante ahora es anunciarlo para ganarse la confianza de la OTAN y los socios comunitarios.
La bajada de impuestos, que en realidad es un ajuste indirecto de precios a través del IVA, sí corre prisa porque la paciencia de la gente no es infinita y la situación social se está volviendo explosiva. No es que el PSOE se haya vuelto liberal sino que necesita echar mano de soluciones paliativas ante el riesgo de una coyuntura crítica. Un toque populista. Pero una reducción tributaria auténtica, la que requiere un país de productividad asfixiada, pasa por disminuir las cargas estructurales que soportan las empresas y la clase media: cuotas de autónomos, costes laborales, patrimonio, sociedades, sucesiones y renta. Y eso al Ejecutivo vigente ni se le pasa por la cabeza. Va a ceder a regañadientes a un alivio de urgencia y no sin apurar unas semanas más la recaudación indirecta. Dados los precedentes conviene estar atentos a la letra pequeña. En materia de presión fiscal la izquierda no es fiable ni en tiempos de guerra.