El miércoles se sabrá quién va a presidir el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. Por su trayectoria individual y el difícil contexto de ésta, la persona más idónea para ese cargo es Concepción Marco, actual presidenta de la Asociación Profesional de la Magistratura en el País Vasco y contra quien Arzalluz montó una campaña de señalamiento antes del verano por la ponencia de un seminario de FAES en la que la magistrada alertaba de la ofensiva nacionalista para lograr el control del poder judicial que luego explicitaría el Plan Ibarretxe. Con triste frecuencia es el nacionalismo antes que ciertos constitucionalistas el primero en reconocer aunque sea señalando los méritos del que le hace frente y en esta ocasión ya ha habido quien se ha dedicado a vender entre los vocales del Consejo General del Poder Judicial «como un inconveniente y una mancha en su historial» en vez de una garantía esa beligerancia de la juez Marco y ha propuesto en su lugar a Fernando Ruiz Piñeiro, antecesor de ésta en la APM. Conviene dejar claras ciertas cosas para que el lector se haga una idea de la jugada. Cuando en 2000 Fernando Ruiz Piñeiro apareció en unos papeles del comando Vizcaya solicitó un puesto fuera del País Vasco porque no podía superar la presión y el miedo. Han pasado cuatro años y ahora Ruiz Piñeiro sí puede superar el miedo y la presión a cambio de la Presidencia del TSJ. ¿Con qué argumentos se le hace valer más que a quien se quedó dando la cara y no sólo ha salido en los papeles del comando Vizcaya sino en todos los que después se han incautado a ETA, incluidos los hallados tras las últimas detenciones en Francia? En un momento en el que esa banda tiene a los representantes de la Justicia como objetivo preferente y el nacionalismo emprende una campaña de deslegitimación sin precedentes contra éstos para lograr unos tribunales a la medida de sus intereses, los jueces del País Vasco necesitan más que nunca una persona que los arrope y haya probado su capacidad de resistencia. El nacionalismo desea en ese cargo a alguien que haga un papel gris y descomprometido que le sea cómodo. ¿Es ese el perfil que también busca el CGPJ? Uno no tiene nada personal contra Ruiz Piñeiro pero a uno le parece que éste es un caso muy denotativo de una situación. De poco sirve pedir a la gente que aguante en el Norte si aguantar es un argumento en su contra, un carné para el olvido y la convalidación del estigma nacionalista. De nada sirve el sistema autonómico si perduran los vicios del centralismo más cortesano y más rancio; si a la hora de la verdad vale más hacer pasillos en Madrid que trabajar en Euskadi con coherencia. Una cosa es estar al pie del cañón y otra ser carne de cañón. La juez Marco no pone precio a quedarse en el País Vasco. Paga a gusto el precio de ello todos los días. Si no acaba presidiendo el TSJPV no pierde ella. Perdemos los vascos y perdemos todos. Ella no se va a ir de allí pero es triste que alguno le anime tanto.
Iñaki Ezkerra, LA RAZON, 12/1/2004