EL CORREO 09/06/13
Las últimas decisiones en los tribunales «alimentan» al ala más radical del partido, obligado a realizar gestos para calmar a «una minoría»
Estas decisiones provocan tensiones terribles en la izquierda abertzale y alimentan a los sectores más intransigentes». La frase pertenece a un miembro de la coalición EH Bildu y con la expresión «estas decisiones» se refiere a los últimos movimientos judiciales. En concreto, a dos acuerdos: el del Tribunal Constitucional que el martes denegó la libertad condicional para Arnaldo Otegi, Rafa Díez Usabiaga y el resto de condenados por el ‘caso Bateragune’, y al señalamiento del 17 de octubre como fecha de inicio del juicio de las herriko tabernas. Un proceso este último cuya investigación arrancó en abril de 2002 bajo el control del entonces magistrado Baltasar Garzón y que sentará once años después a 40 dirigentes de la antigua Batasuna en el banquillo de los acusados. Entre ellos, al propio Otegi, a Rufi Etxeberria y a Joseba Permach, el verdadero ‘núcleo duro’ de Sortu, los dirigentes con mayor ascendente sobre el resto de componentes del partido y, en buena medida, artífices de octubre es la fecha del juicio por las herriko tabernas del giro hacia las vías exclusivamente políticas.
Los responsables de la izquierda abertzale nunca han escondido que «virar el trasatlántico», como ellos mismos califican a la apuesta por la ponencia ‘Zutik Euskal Herria’, les ha supuesto «hacer mucha pedagogía interna». Y que desde el principio tuvieron que pelear con los sectores «menos convencidos» con la nueva estrategia. El debate interno –entre las bases, no en la dirección– se reabre cada cierto tiempo, cada vez que el movimiento independentista tropieza con una «nueva piedra» en el camino. «Ya sabíamos que esto no iba a ser fácil», resume un dirigente de Sortu.
Gente «cabreada»
La cúpula del partido tiene claro que «pase lo que pase» la vía elegida es de una única dirección. «Hacia adelante», subrayan las mismas fuentes, que sostienen que el transcurso de los meses juega a su favor. Están convencidos de que «cuanto más tiempo pasa es más difícil una vuelta atrás», un «retorno» a las «dinámicas» del pasado, las que Batasuna defendía antes de 2009, y que, con los años, el debate entre la militancia sobre la actual estrategia perderá fuerza. Aunque ahora les toque lidiar con las voces críticas –«una minoría», aseguran– cada vez que, en su opinión, sufren «ataques directos» por parte de las instituciones, ya sea en forma de decisión judicial o de ausencia de movimientos por parte del Ejecutivo de Mariano Rajoy. «La gente, y no solo la nuestra, está muy cabreada. Ven que el Estado no está haciendo nada por cerrar esta página», insisten.
Que la izquierda abertzale tiene que hacer «mucha pedagogía» entre sus bases quedó de manifiesto en el congreso constituyente de Sortu, que se celebró en Pamplona a finales del mes de febrero. Se percibió en dos detalles de los principales líderes del partido. Uno, el del entonces elegido presidente, Hasier Arraiz, que reconoció que su formación había conseguido «que la gran casa no se rompiera». «Ahora tenemos que reforzar la unidad interna», añadió.
El otro aparecía en un texto remitido por Otegi desde la prisión de Logroño y que fue leído ante los 400 delegados. El exportavoz de Batasuna incidía en la necesidad de que la militancia abertzale «interiorizara» la nueva «mentalidad» y «el profundo calado del cambio estratégico puesto en marcha» por la izquierda abertzale. El líder independentista ofreció la que considera la receta a partir de ahora: «Hablar, convencer, organizar y luchar». «Menos consignas y más argumentos», «menos autocomplacencia y más autocrítica», exigió a los suyos. En definitiva, dejar atrás la política «de resistencia» para pasar a una fase donde pueda sumarse a una «gran mayoría de gente» en favor de la independencia.
Esa labor de cambio de «mentalidad» se está encontrando con obstáculos que, según miembros destacados de Sortu, provocan que se «retrase» el trabajo interno. Tanto, que estas tareas de reorganización han impedido que en estos cuatro meses desde el congreso constituyente la cúpula del partido haya podido llevar a cabo una ronda de presentación con el resto de siglas políticas como tenía previsto. «Y ahora que podíamos iniciar esa agenda nos llega esto», confiesan en referencia a las decisiones judiciales de esta semana.
El presidente de Sortu anunció el jueves que su partido pretende mantener encuentros con otras formaciones y agentes sociales en las próximas semanas. Intentarán que se celebren antes del verano, aunque no están seguros de cumplir ese calendario. En todo caso, las citas se limitarán a conseguir gestos de adhesión para los 40 imputados del ‘caso herriko tabernas’ y no supondrán la escenificación de la «normalidad política» que ansía la izquierda abertzale. «Todo es un poco complicado porque estas reuniones se van a mezclar con las del Gobierno vasco (sobre fiscalidad). Habrá que ver cómo lo hacemos», explica un dirigente independentista.
Y mientras tratan de llevar la agenda política del día a día, los responsables de Sortu no se olvidan de atender a su militancia. Miembros de EH Bildu aluden a dos gestos realizados esta semana y que quizás hayan pasado desapercibidos para la mayoría. Uno de ellos fue la reacción a la decisión del Constitucional de mantener a Otegi y a Rafa Díez Usabiaga en prisión. Al día siguiente no fue la izquierda abertzale la que compareció sola para criticar la medida. Aunque la convocatoria fue en la sede de Sortu en San Sebastián, junto al portavoz del partido, Pernando Barrena, intervino Unai Ziarreta (EA) delante de un cartel con el logotipo de la coalición. Una escenificación que, aseguran diversas fuentes, pretendía evidenciar que la antigua Batasuna cuenta con «el respaldo» de sus socios de coalición.
«Son iniciativas que en nuestros respectivos partidos cuesta entender, pero que hay que hacer. Nos dicen: ‘¿Y por qué salís vosotros con estos temas?’. La respuesta es que se generan unos nervios que hay que aplacar. Aunque eso nos suponga un desgaste al resto de formaciones de la alianza», explican desde Eusko Alkartasuna, el partido que impulsó la coalición.
Otro de los gestos fue la comparecencia de Hasier Arraiz el jueves para acusar a las instituciones del Estado de «atacar y sabotear» el proceso de paz al convocar el juicio de las ‘herriko tabernas’. La rueda de prensa la protagonizaba el presidente del partido, no uno de sus portavoces, para evidenciar el enfado de la formación. Suya fue, además, la intervención en castellano, la que recogieron la mayoría de los medios audiovisuales.
«Nuestro propio camino»
La izquierda abertzale ha interiorizado ya que el esquema que alumbró en la Conferencia de Aiete de 2011 –ETA decretaba su final y el Gobierno español aceptaba conversaciones sobre cuestiones «técnicas»– no se va a cumplir. El rechazo del Ejecutivo de Rajoy a abrir cualquier tipo de diálogo con la banda mientras ésta no se disuelva ha convencido a la dirección de Sortu de emprender «otro camino», el que ha quedado plasmado en las conclusiones del ‘foro social’ organizado por Lokarri y asesorado por mediadores internacionales.