LUIS VENTOSO – ABC – 30/04/16
· No les molan las exposiciones de Madrid, donde esté un buen laboratorio-okupa…
He tenido la suerte de ver en Madrid la exposición dedicada al mito de Carmen en la Casa del Lector, institución que mantiene en el Matadero el mecenazgo de la Fundación Sánchez Ruipérez. Ya imaginaba que iba a tratarse de algo fino, por andar de la mano de César Antonio Molina, uno de los mejores animadores de nuestra cultura y un ejemplo de que sí habría sido posible un centro-izquierda cabal (no cabe mayor elogio, César, que ser cesado por Zapatero).
Aun así, salimos de allí asombrados: manuscritos de Bizet, grabados de Goya, cuadros de Picasso, Arroyo, Gordillo, Romero de Torres; reliquias curiosísimas de la Sevilla de la época, viejas y nuevas películas, discos, mantones, maquetas… Una extraordinaria evocación de un mito universal español, al que huelga decir que las autoridades neocomunistas del Ayuntamiento de Madrid no hacen puñetero caso (más bien les repugna). Ay si París o Londres hubiesen organizado algo parecido en honor a uno de sus clásicos. ¡Cómo lo venderían! ¡Con que vigor esgrimirían orgullo por lo propio y márketing planetario para divulgarlo!
La cultura es lo que sitúa a un país en el mundo. Su poder blando y lo que al final perdura. Su alma. Pero en decisión demencial, el PP se cepilló el Ministerio de Cultura –precisamente en un país que libra una batalla ideológica con el separatismo– y el actual presidente es más bien alérgico a ese mundo, pues sabido es que dónde esté un buen partido de la Champions, ¿quién quiere un libro o una gran película?
Nadie se acuerda de los banqueros, figuras políticas y prebostes de la época de Velázquez, Cervantes, Rosalía, Valle-Inclán, Gaudí o Falla. Pero somos y seremos –si es que queremos continuar existiendo– Velázquez, Cervantes, Rosalía, Tomás Luis de Victoria, Calderón, Falla, Ortega, Cela, Tàpies…
Madrid goza de una de las mejores programaciones culturales europeas, que debería ser conocida y estimada por todos. Un alarde, que si se promocionase como es debido supondría un reclamo poderoso. Wifredo Lam, al que pronto se rendirá la Tate Modern de Londres, está en el Reina Sofía, junto a una esclarecedora exposición del arte español en el páramo de los cuarenta. La Fundación la Caixa ofrece una muestra llamativa de Miró y otra de Charles de Brun, pintor de cámara de Versalles.
En El Prado, las delicadas esculturas de Blay y la pintura de George La Tour, amén del tesoro habitual. En el Thyssen, los curiosos realistas madrileños. En el Museo ABC, una muestra original sobre el talento español que triunfa en el cómic estadounidense, «Superhéroes con ñ». Y hay mucho más, pero… Naaa. Lo valioso, lo que mola, son los laboratorios-okupa y darle la brasa al respetable molestándolo en sus libérrimas creencias. Se oficia un culto decadente al cutrerío, confundiéndolo con arte comprometido, y se fomenta el extrañamiento respecto al fértil caudal de la alta cultura europea y española.
Llama la atención lo de esa señora, doña Manuela. Tantos años ya en el planeta y qué poco ha aprendido. Por no saber, ni sabe lo que es Madrid, que es Cultura, no kultura.
(Valga también el apunte para La Moncloa: hay vida más allá de cuadrar los balances, que luego, además, tampoco cuadran).
LUIS VENTOSO – ABC – 30/04/16