IGNACIO CAMACHO, ABC – 28/09/14
· El referéndum de autodeterminación es un desafío a la soberanía de los españoles en nombre de un derecho que no existe.
Es algo más que «un lío», como dice Rajoy con su habitual simpleza retórica. Es un desafío a la soberanía nacional española formulado en nombre de un derecho que no existe. Cataluña, habrá que decirlo cuantas veces sea preciso, carece de derecho de autodeterminación y por tanto los catalanes no pueden decidir solos sobre su pertenencia a España. Les guste o no, es así, aunque la matraca soberanista haya logrado que triunfe entre los suyos la idea falaz de que la voluntad política está por encima de la ley democrática.
¿Y ahora qué? Pues ahora, precisamente, la ley, las leyes. Planteado por el poder autonómico de Cataluña el conflicto de legitimidades, corresponde al Tribunal Constitucional pronunciarse. El Gobierno planteará el recurso y el TC, al admitirlo, decretará la suspensión cautelar del referéndum que, aun en el improbable caso de que la sentencia final diese la razón a los convocantes, ya no podrá celebrarse en la fecha prevista del 9 de noviembre. Quedará prohibido, será ilegal y si la Generalitat lo organizase el Estado tendría que impedirlo con los medios a su alcance. No sucederá. Mas acatará la suspensión; habrá bastante jaleo propagandístico y algunos conatos de desobediencia a cargo de ayuntamientos rebeldes y de la independentista ANC. El nacionalismo habrá acumulado el agravio victimista que busca y pasaremos al siguiente capítulo. Las elecciones anticipadas.
Artur Mas podría evitarlas aceptando la oferta de los socialistas, pero ha decidido convertir la secesión en el programa único de un proyecto personal con el que neutralizar la ventaja de ERC. Convocará para febrero e intentará coaligar una candidatura común plebiscitaria bajo su aparente liderazgo. Es verosímil que esa lista gane, aunque habrá que ver con qué mayoría. Y entonces empezará la siguiente fase: una ofensiva institucional con la independencia como horizonte inmediato.
En seguida vendrán las municipales, en las que Esquerra saldrá victoriosa. A partir de ahí todo es borroso, resbaladizo, volátil. Los ayuntamientos iniciarán declaraciones a favor de la secesión y el bloque soberanista las trasladará al Parlamento. Su intención última es proclamar la independencia unilateral, cuyo reconocimiento internacional es quimérico. Llegado ese extremo, de índole sediciosa, el Estado tendría que reaccionar al reto abierto de ruptura. La ley, de nuevo.
Quizá antes, cuando descarrile la consulta, pueda entrar en acción la política. La ingeniería jurídica, el ajuste fino, el ajedrez estratégico. Y aunque los actores secesionistas se agiten en su cerrada ofensiva, en Madrid esperará, al menos hasta final de 2015, el mismo presidente del Gobierno enrocado en la misma mayoría absoluta. Tal vez con idéntica inmovilidad o acaso dispuesto a maniobrar con cautela. Nada está escrito, decía Lawrence de Arabia; nada salvo la ley y su democrático imperativo categórico.
IGNACIO CAMACHO, ABC – 28/09/14