- La lógica socialista tradicional se basa en la existencia de dos clases sociales con intereses antagónicos. Por definición, en su visión del mundo, la medida que beneficia al empresario (el burgués) perjudica al trabajador, y la medida que perjudica al empresario beneficia al trabajador
Así llamaré al principio que paso a formular: todo lo que afirman los socialistas, en tanto que tal, es falso; todo lo que hacen los socialistas, en tanto que tal, es pernicioso. Por lo tanto, las verdades que exprese un socialista no las expresa por ser socialista, sino a pesar de ello. Del mismo modo, las acciones benéficas de un socialista a favor de algún grupo, y sin perjudicar a otros grupos, también las llevará a cabo al margen de su adscripción ideológica.
La lógica socialista tradicional se basa en la existencia de dos clases sociales con intereses antagónicos. Por definición, en su visión del mundo, la medida que beneficia al empresario (el burgués) perjudica al trabajador, y la medida que perjudica al empresario beneficia al trabajador; del mismo modo, la medida que beneficia al trabajador perjudica al empresario, y la que perjudica al trabajador beneficia al empresario. Es, exactamente, un juego de suma cero, como el fútbol, manteniendo los dos grupos la misma relación de intereses que dos equipos jugando un partido.
Lo anterior sonará extraño e injusto a muchos socialistas, y se apresurarán a negarlo. Sin embargo, si su socialismo es el tradicional no hay modo de zafarse: existen dos clases sociales con intereses antagónicos, y su lucha es el motor de la historia. (Otra cosa es que alguien se declare socialista clásico desconociendo los fundamentos de aquello a lo que se adscribe). Por consiguiente, cuando un socialista convertido en político o en agente social realice actos beneficiosos para todos, o beneficiosos para algún grupo sin perjudicar a otros grupos, no está actuando en tanto que socialista. Del mismo modo, sus declaraciones o pronunciamientos verdaderos sobre la cosa pública o las relaciones sociales no los vierte en tanto que socialista.
El socialista no tradicional –hoy en día ampliamente mayoritario entre los que se adscriben a la llamada izquierda– mantiene una relación casi nula con los postulados y la lógica socialistas. La palabra con que los designamos es ‘woke‘. Esos «socialistas» se identifican con un heteróclito sistema de prejuicios; no cabe hablar de una visión del mundo puesto que sus causas (plural) son fragmentarias. Si han podido saltar del socialismo sin comillas al ‘socialismo’ woke es porque detrás de cada una de esas causas, aparentemente aisladas e inconexas, existe un elemento común crucial: siempre hay opresores y oprimidos:
El animal oprimido por el humano, la mujer oprimida por el hombre, el no binario oprimido por el hombre y la mujer, el indígena oprimido por el europeo, el planeta oprimido por la humanidad, las naciones culturales oprimidas por los Estados nación, el toro oprimido por el torero, etc. Dado que esta colección de causas sigue manteniendo el mito de la persistencia –siempre y en todo caso– de dos grupos con intereses antagónicos (ahora multiplicados, puesto que resulta inverosímil hablar de dos clases sociales), la ley de hierro del socialismo se sigue cumpliendo para ellos. Ellos, que, por añadidura, se siguen considerando socialistas.