Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
En mi comentario de ayer, en el que le hablaba de la nueva Ley de Vivienda, le trasmití mi opinión de que la consideraba una iniciativa excesivamente apresurada, escasamente reposada a pesar de estar destinada a atajar un problema que viene de muy atrás. La lejanía con el inicio de la legislatura –casi cuatro años– y la cercanía con las elecciones municipales –menos de dos meses– me condujeron al error. Luego le oí al presidente Sánchez en el Congreso y he de reconocer que me convenció por completo. Estaba equivocado y como insuficiente reparación le ofrezco mis sinceras disculpas. En efecto, esta ley no es apresurada, es una auténtica improvisación, un galimatías elaborado al ritmo de las urgencias y lejos de las necesidades.
Veamos. Hace menos de seis meses que el PSOE votó en contra de una proposición no de ley presentada por Unidas Podemos, que como sabe es miembro del ‘triparto’ que nos gobierna (?), que planteaba la puesta a disposición del parque público de viviendas los inmuebles propiedad de la Sareb. La razón esgrimida entonces para no seguir adelante con esa proposición fue que la idea no procedía de un análisis objetivo del mercado. ¿Se ha hecho ese análisis? ¿dónde está? ¿cuáles son sus conclusiones? Ni idea. Pero si entonces era una mala idea ¿por qué razón ahora es buena?
Hay más. En el acto –electoral claro– celebrado el pasado sábado en Valencia se anunciaron 50.000 viviendas; el martes, en el Consejo de Ministros se reconoció que solo 9.000 de ellas son habitables y que 15.000 hay que construirlas; para terminar (?) con el anuncio de ayer en el Congreso de que sacará (¿de la chistera?) 43.000 viviendas más.
Parece ser que a nadie se le ha ocurrido pensar que si la Sareb atesora los restos del naufragio inmobiliario, es decir todo aquello que no se pudo vender pues no se encontró a ningún comprador interesado, lo era porque los inmuebles y el suelo no estaban donde debían, donde los pedía la demanda o no reunían unas mínimas condiciones para atraer a los posibles compradores. ¿Las tienen ahora? Tampoco, pues de ser sí ya las hubiesen vendido ¿no cree?
A tres meses de las elecciones se puede prometer la construcción de 50.00 viviendas o, si lo prefiere, de las pirámides de Egipto, pero ¿piensa alguien en el Gobierno que este planteamiento es serio? Si como pretende es fruto de un sesudo, estudiado y debatido plan son unos mantas por presentarlo de manera tan desordenada, y si como parece es consecuencia de la improvisación electoral, es tan burdo que no deberían dar por supuesto que algún elector vaya a picar en las urnas gracias a él.