EL CORREO 17/09/14
ALBERTO AYALA
· Los gobiernos central y vasco dialogan a la búsqueda de acuerdos. Aún sin resultados, pero sin volar los puentes
· La izquierda abertzale apretará el acelerador el nuevo año, sin esperar al capítulo presos
Tengo que admitir que no se me pasó por la imaginación que llegaría un día en que el PNV sería percibido en la Villa y Corte como el nacionalismo, digamos, dialogante y el catalán como el radicalizado, el que se ha echado al monte. Pero en esas estamos en este septiembre de 2014, vísperas de ese referéndum escocés que no se sabe si va a terminar con el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte que hemos estudiado y conocido, y de que la consulta secesionista catalana se estrelle contra el muro de la legalidad española, como antes le ocurrió al estado libre asociado y al referéndum soberanista que pretendió Ibarretxe.
Mientras CiU y PP siguen tensando la cuerda dialéctica de un conflicto por ahora sin salida, los gobiernos central y vasco hablan, negocian y buscan unos acuerdos, que no encuentran. Es lo que hicieron el presidente Rajoy y el lehendakari Urkullu el lunes en ese almuerzo de tres horas en Moncloa que comunicaron ayer.
No parece casual que el jefe del Ejecutivo español eligiera este momento para un encuentro que Ajuria Enea venía reclamando nada menos que desde hace dos meses. Como tampoco que la cita discurriera en semisecreto, sin foto oficial ni periodistas aguardando a la puerta. ¿Tal vez porque el PNV prefirió no llevar hasta el extremo el contraste vasco-catalán que sin duda buscaba Rajoy al recibir a Urkullu a la misma hora en que Artur Mas insistía en Barcelona en su consulta y abría oficialmente la puerta a unas elecciones anticipadas una vez sea prohibida?
La ‘cumbre’ no deparó ni acuerdos ni «avances significativos» en ninguno de los tres paquetes de cuestiones que se abordaron: política penitenciaria, asuntos de alcance económico, incluido el Cupo, y, sobre todo, desarrollo estatutario. Esa fue, al menos, la versión oficial de la cita que resumió el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka.
Por la tarde, antes de subirse al avión camino de Edimburgo, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, lo ratificó, aunque no quiso cerrar la puerta de la esperanza en que Rajoy mueva ficha y satisfaga alguna de las demandas peneuvistas. El reloj de la paciencia nacionalista llega hasta final de año. ¿Casual? No lo creo.
El desafío soberanista catalán se estrellará con la legalidad el 9N. Pero el veto al referéndum no terminará con el problema. Una parte significativa de la sociedad catalana no se siente satisfecha con el estatus quo actual y tarde o temprano una negociación deberá definir uno nuevo.
El nacionalismo vasco, el PNV, también quiere otro traje para el País vasco. Escarmentado de los resultados de la vía radical de Ibarretxe, que no del contenido, ahora intenta obtener resultados e incrementar el autogobierno vasco hasta límites confederales desde el posibilismo.
Ojalá esta estrategia conduzca al entendimiento Madrid-Vitoria. Sería la fotografía ideal. Pero no nos engañemos; si los jeltzales no encuentran satisfacción en Rajoy, elevarán también el diapasón.
Con Cataluña rumbo a no se sabe muy bien dónde, pero seguro que subida al bucle soberanista por muchos meses, y con una Escocia en la que se van a mover muchísimas cosas, se imponga el ‘no’ y no digamos nada si gana el ‘sí’, el PNV necesita resultados. Sin ellos tendrá problemas ante una izquierda abertzale que, se apunta, ha decidido apretar el acelerador con el nuevo año, sin esperar a encauzar el capítulo presos.