ALBERTO AYALA, EL CORREO – 18/01/15
· Artur Mas y Oriol Junqueras tienen hasta septiembre para lograr que el partido de Pablo Iglesias no termine de descarrilar sus sueños.
· Mas es un líder sin partido ni coalición que comandar. Necesita un partido detrás como el comer El catalanismo necesitaría un millón más de votos para ganar un referéndum; ganar unas autonómicas es más sencillo.
Nueve meses para tomar aire. En eso se resume el pacto de mínimos que han alcanzado esta semana el president Artur Mas (Convergencia) y el líder de Esquerra Republicana (ERC), Oriol Junqueras, cuando el suflé soberanista catalán empezaba a bajar de forma evidente.
Eso es, en esencia, lo que significa la convocatoria de elecciones autonómicas anticipadas para el 27 de septiembre. Comicios se supone que de vocación plebiscitaria para los nacionalistas. Pero sólo porque los protagonistas no se han desdicho de anteriores pronunciamientos en tal sentido, no porque así lo hayan explicitado ahora.
Intereses personales
El 27-S es el mal menor que han encontrado Mas y Junqueras para salir del paso. Ambos se envuelven en la bandera catalana estelada a diario, pero a la hora de la verdad priman los intereses personales sobre los ‘nacionales’.
El president es hoy un líder sin partido ni coalición que comandar. Convergencia (CDC) quedó enterrada en vida en julio cuando Jordi Pujol confesó sus ‘pecados’ económicos. CiU volará por los aires a plazo fijo. Será cuando se elabore el programa electoral para las autonómicas. Unió –histórico aliado democristiano del PNV– no está por la independencia. Queda por ver si Duran y los suyos encuentran acomodo en el nuevo mapa catalán con su ‘tercera vía’ entre la secesión y el inmovilismo.
Mas necesita, pues, un partido detrás como el comer. De ahí su obsesión por encabezar una lista única con personalidades en favor de la independencia. Una candidatura que ERC no podía aceptar de ninguna de las maneras. Hubiera sido como revivir a un moribundo.
Esquerra creyó que tenía la partida ganada a Mas hasta la seudoconsulta secesionista del 9-N. Pero las urnas de cartón insuflaron vida al president. Desde entonces los republicanos navegan dando permanentes muestras de desorientación. El pacto para que los catalanes vuelvan a ir a las urnas el 27-S era la única salida que les quedaba si no querían arrastrar con las consecuencias de ser señalados como los culpables del descarrilamiento del tren de la independencia.
Después de dos años y medio de agitación, el desafío soberanista entra en su recta decisiva. Y lo hace, curiosamente, o no tanto, con idénticas o mayores mayores incógnitas que cuando arrancó. Y es que, según el último sondeo del Centro de Estudios de Opinión (CEO), el CIS catalán, que se hizo público en puertas de la Navidad, el ‘no’ a la independencia vuelve a imponerse al ‘sí’ por primera vez desde 2012: 45,3% frente a un 44,5%.
Claro que Cataluña no se encamina hacia un referéndum sobre su independencia. No porque España no se lo autoriza. El 27-S lo que están convocadas es unas elecciones autonómicas anticipadas que el catalanismo pretende usar como trampolín para la secesión.
Paradoja
Bien. Pues por paradójico que pueda parecer, la historia y los datos dicen que el independentismo tiene bastantes menos posibilidades de salir con bien de un referéndum como el que lleva años reclamando, sin éxito, que de unas elecciones. Al menos hasta que la irrupción del fenómeno Podemos ha puesto todo patas arriba. Incluidos los pronósticos a corto plazo.
El 9-N fueron 1.861.754 los catalanes que se pronunciaron por la ruptura con España. Es cierto que en la seudoconsulta tenían derecho al voto los jóvenes de 16 a 18 años y los inmigrantes residentes, que el 27-S no podrán votar. Pero los partidos nacionalistas jamás habían logrado sumar tantos apoyos. Su récord está en las autonómicas de 2012 cuando CiU, ERC, la CUP y SI se fueron a 1.787.656.
Quebec o Escocia evidencian que cuando se llega a un referéndum de independencia el porcentaje de participación se dispara. En Quebec, en 1995, la cifra de votantes superó el 90%. El año pasado en Escocia se fue al 84,6%. Pues bien, en un eventual referendo secesionista en Cataluña, con una participación del 80%, los 1.861.000 catalanes que se movilizaron y votaron independencia en una jornada de exaltación nacionalista como fue el 9-N apenas supondrían el 42% del censo.
Si la afluencia a las urnas bajara al 75%, un 45%. Y con un 70% de participación, el sí a la ruptura llegaría al 48%. Es decir, el catalanismo necesitaría entre millón y millón y medio de votos más para ganar lo que no va a tener lugar, un referéndum independentista.
Ganar unas autonómicas parece más sencillo. De hecho, los nacionalistas se han impuesto en nueve de las diez elecciones de este tipo que se han celebrado. Lograron su mejor resultado (81 escaños de 135) en 1992. En 2012 se hicieron con 74 y en 2010, con 76. Los partidos de ámbito estatal sólo se impusieron en los primeros comicios, celebrados en 1980, aunque Pujol, CiU, se hicieron con la Generalitat.
De cara al 27-S, la primera duda radica en el número de votos que obtendrá el partido del president Mas, casi con total seguridad ya sin Unió. La segunda, y fundamental, la magnitud que tendrá la irrupción de Podemos en el Parlament. Y es que después de no pocas dudas, Pablo Iglesias ha posicionado
con nitidez a su partido en el debate que nos ocupa: Podemos respalda el derecho a decidir de los catalanes, es decir les autorizaría un referendo secesionista. Pero él pediría a los suyos que votaran ‘no’. Quiere que Cataluña se mantenga en España. La misma posición que Iniciativa (ICV).
El peligro
Los sociólogos se tientan la ropa. Parecen ser más los que piensan que Podemos pescará en Cataluña, sobre todo, en los caladeros del PSC, ICV, Ciutadans y hasta PP, y en menos medida en los de Esquerra. Pero no faltan quienes opinan que, al igual que se apunta en Euskadi, Podemos supone sobre todo una enorme amenaza para los socialistas, pero también para el nacionalismo de izquierdas, se llame EH Bildu o ERC.
Según el último sondeo del CEO, el nacionalismo conservará su mayoría en el próximo Parlament pese a los de Pablo Iglesias. Sin embargo, otra encuesta, esta de El Periódico de Cataluña, coloca a Podemos como primera fuerza del Principado. Nada menos que con cinco puntos y medio de ventaja sobre CiU, siete por encima de ERC y doblando al PSC.
Que Pablo Iglesias se ha hecho con una de las llaves del futuro catalán –como del español, del vasco o del navarro– ya no lo duda nadie. Para qué le ser virá al final o qué querrá hacer con ella es otra cuestión.
Mas y Junqueras son tan conscientes de ello que el retraso de las autonómicas a septiembre busca que el probable triunfo de Syriza en Grecia no insufle más aire al nuevo grupo y que el paso de las semanas, los posibles errores que cometan, vayan enfriando el ‘calentón’ Podemos. Admitirán que no dejaría de tener su aquél que la fuerza que, por una u otra razón, se ha convertido en la ‘bicha’ de casi todos los partidos sin excepción fuera quien terminara por arrumbar el desafío soberanista al Estado. Para chasco de algunos y alegría de, seguro, una mayoría de ciudadanos españoles.
ALBERTO AYALA, EL CORREO – 18/01/15