IGNACIO CAMACHO, ABC – 11/10/14
· Al independentismo se le ha quedado un fleco suelto en su hoja de ruta: el encaje del Barça en el mapa de la secesión.
En el mapa virtual de la secesión catalana hay una pieza flotante que los cartógrafos independentistas no logran anclar. El libro blanco del Consejo Nacional de Transición contempla –a base de mera ficción voluntarista– casi todos los aspectos de la creación de un Estado, aunque algunos detalles como el pago de la deuda o de las pensiones los deje al albur de una generosa negociación con una España recién abandonada; sin embargo hay en todo ese delirio un incómodo fleco suelto que no saben cómo coser los tejedores del separatismo. Se trata del Barça, o más exactamente de la competición en que habría de jugar el simbólico emblema sentimental de la catalanidad. Y no parece cuestión trivial porque, a tenor de algunas encuestas, sólo la integración en la UE suscita mayores recelos cuando la gente piensa en el encaje de la Cataluña emancipada.
La hoja de ruta oficial del soberanismo da por hecho que la Liga aceptaría sin más la continuidad de uno de sus puntales para evitar su empobrecimiento competitivo. Una actitud muy propia del nacionalismo: lo mío es mío y lo tuyo de los dos. Y encima agradecidos, por la cuenta que te trae a ti contar conmigo. De modo que ese club cuya junta directiva suscribió ayer el pacto por la autodeterminación dependería de la benevolencia española para no tener que disputar sus campeonatos con el Mollerussa. Suponen los arrogantes arúspices de la independencia que el resto de las aficiones nacionales estarían encantadas de hermanarse con ellos después de un proceso unilateral de ruptura. No os vayáis que os necesitamos para que nos deis una paliza.
A este respecto, un pronunciamiento en firme de la patronal de clubes, de la Federación o del Consejo de Deportes podría tener, habida cuenta de la relevancia sociológica del asunto, más eficacia de persuasión que cualquier argumentario unionista. Si hubiera un poco de dignidad en nuestras instituciones deportivas, siempre tan pusilánimes, la respuesta al explícito desafío culé habría de ser un persianazo en regla: en caso de irse habrían de hacerlo con todas las consecuencias y pedir el ingreso en la Premier británica o en la Liga francesa, como el Mónaco. La alternativa es el Palamós; una Lliga propia, y no precisamente la de Cambó.
Por supuesto que la ausencia del Barcelona menguaría el brillo de la competición nacional pero son sus dirigentes quienes ignoran a sus aficionados no separatistas, pretenden convertir en extranjeros a muchos de sus conciudadanos catalanes y desprecian a quienes en el resto de España sienten con ellos intensos lazos afectivos. Acostumbrados a estar al plato y a las tajadas, ya va siendo hora de que reciban una respuesta adecuada. O dentro o fuera. Las banderas de conveniencia, para los barcos piratas. El juego con dos barajas gusta mucho a los nacionalistas, pero jugar con dos balones no está permitido en el reglamento de la FIFA.
IGNACIO CAMACHO, ABC – 11/10/14