Si Bildu es la alternativa a Sortu, como dicen sus seguidores, o, por el contrario, es su continuidad, es sobre lo que deberá dilucidar la Justicia, si dispone de los elementos probatorios suficientes para demostrar que entre EA y Alternatiba se han colado, como Zelig, los amigos de Batasuna.
Algo más que la lupa del vicepresidente del Gobierno va a necesitar el Estado de Derecho para detectar a los posibles infiltrados de Batasuna en las próximas elecciones locales. Comprobado que el tiempo se agotaba, los promotores de Sortu, ya con la camiseta de Bildu gracias a la generosidad de EA y Alternatiba, no están dispuestos a perder la ocasión de seguir representados en ayuntamientos y diputaciones. El tiempo apremiaba y el recurso que habrían tenido que presentar ante el Tribunal Constitucional debía de ser ordinario y no electoral y no hubiera sido tratado con la urgencia que el equipo de Iruin necesitaba.
Por lo tanto, de Sortu a Bildu en el juego de la oca. Si Bildu es la alternativa a Sortu, como dicen sus seguidores, o, por el contrario, resulta ser su continuidad es el ‘quid’ de la cuestión sobre el que deberá dilucidar la Justicia, si dispone de los elementos probatorios suficientes para demostrar que entre EA y Alternatiba se han colado, como Zelig, los amigos de Batasuna sin desentonar ni un matiz del color de la foto para esta ocasión. No hará falta, sin embargo, que si se detectan anomalías democráticas en las candidaturas se extienda la ilegalización a los partidos que prestan su espacio a la izquierda abertzale, como advirtió, hace días, el Fiscal General del Estado. Cándido Conde-Pumpido anunció que cualquier partido que prestara su espacio a representantes contaminados del entorno de Batasuna podría ser ilegalizado.
Pero no es preciso pasarse de celo profesional cuando la reforma de la ley electoral, apoyada por PSOE y PP, contempla la posibilidad de apartar a los candidatos con el expediente sucio sin tener que anular las siglas de los partidos que les han abierto su pequeña casa de par en par. EA, desde que se disoció de las alianzas electorales con el PNV, ha visto reducida su representación en el Parlamento vasco a un solo escaño. Y Alternatiba, escindida de la izquierda de Madrazo, tiene todavía que medirse en las urnas. Se les presenta, pues, a los dos una oportunidad para concentrar fuerzas abertzales y de izquierdas aunque ese espacio también estará disputado por Aralar, que ha sido la referencia constante a la que todos los interlocutores democráticos recurrían cada vez que Batasuna protestaba porque a la izquierda abertzale no se le dejaba expresar en las urnas.
Con este ambiente de desconfianza y recelos ha empezado la campaña electoral en el País Vasco, en donde los colectivos de víctimas del terrorismo creen que el gol les va a venir por el ángulo más inesperado. Las víctimas llevan funcionando desde el minuto uno de este partido con todas las lentes de aumento necesarias porque no se fían. Han aplaudido todas las acciones de persecución que han llevado a cabo las Fuerzas de Seguridad del Estado contra los terroristas. Cierto. Pero la revelación de las actas ha añadido un gramo más de desconfianza a la que venían acumulando desde que conocieron los mensajes confusos en torno a los contactos del presidente del PSE, Jesús Eguiguren, con ETA. La manifestación del sábado, como se produce en un momento de tensión electoral tan marcado, seguramente se convertirá en una demostración del descontento de estos colectivos hacia el Gobierno. Pero los líderes políticos no deberían acudir a esta protesta. Las víctimas no necesitan ninguna tutela. Ya son mayorcitas.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 6/4/2011