Francisco Rosell-El Debate
  • Con toda la gravedad que entrañan estas audiciones con prácticas delictivas como las que desalojaron a Nixon de la Casa Blanca, asombra que el PSOE y el Gobierno se limiten a replicar que Leire Diez, quien siempre ha vivido del partido y que presume de la amistad de Sánchez y de su familia, no está en nómina

Como ‘la banda del Peugeot’ no puede argüir con la UCO de la Guardia Civil aquello «¿Qué coño es eso de la UDEF (de la Policía Nacional)?» como el otrora molt honorable Pujol en 2013 para endosar a una «campaña de desprestigio» su imputación y la de todo su clan por corrupción, el capo Sánchez y sus pretores ponen precio a la cabeza del teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Balas, jefe del Departamento de Delincuencia Económica de la Benemérita. Para sabotear unas indagaciones que atañen al núcleo corruptor que acompañó al presidente del Gobierno en la reconquista del PSOE y en la toma de la Moncloa, quiere vengar la afrenta como en Traedme la cabeza de Alfredo García, la película de Sam Peckinpah. Por una causa más innoble, Sánchez evoca al poderoso terrateniente El Jefe que ofrece un millón de dólares por el cráneo del desafecto.

Así, El Jefe del PSOE pretende hacer que vuelen todas sus cuitas, según el audio divulgado por El Confidencial, «si conseguimos acabar con Balas» y que éste deje de tocarle los cojones, que le dijo a Page. «Acabar con Balas», es la obsesión que transmite en la grabación la fontanera María Leire Díez, quien alude a Sánchez como El Jefe y confiesa estar a las órdenes de su mano derecha, Santos Cerdán. En su afán por recabar datos incriminatorios contra el mando de la Guardia Civil, esta secuaz sanchista mantiene un encuentro por videollamada con un contrabandista de hidrocarburos, Alejandro Hamlyn, presidente de Hafesa y residente en Dubái, acompañada de Javier Pérez Dorset, procesado por fraude en subvenciones, y el abogado Jacobo Teijelo. Todos ellos fueron identificados por el comisionista Aldama, en libertad provisional por colaborar por la Justicia, en ‘El Programa de Ana Rosa’ de Telecinco, como compinches para desacreditar los escándalos que acechan al PSOE y laminar a la UCO a la que tildan de ser «la Camorra». Esta ya es la triste realidad de la UDEF que angustiaba a Pujol.

«Necesito a Balas, ¿vale? Así de claro», martillea Leire Díez en el audio garantizando que, a cambio de «una o dos irregularidades claras», Hamlyn gozará de la avenencia de la Abogacía del Estado y de la Fiscalía General (incluso brindando el viaje de una fiscal a Dubái) como si fuera el mismísimo Sánchez. Al indicarle que, «con una cosa que te dé, ya está muerto», la fontanera de Ferraz saliva con un «mejor me lo pones». Luego el trato quedó en agua de borrajas al no aportar el empresario ninguna prueba.

Con toda la gravedad que entrañan estas audiciones con prácticas delictivas como las que desalojaron a Nixon de la Casa Blanca, asombra que el PSOE y el Gobierno se limiten a replicar que Leire Diez, quien siempre ha vivido del partido y que presume de la amistad de Sánchez y de su familia, así como de otros gerifaltes, no está en nómina. Como si ello fuera razón bastante en una secta que parasita al Estado y que paga a sus cuadros con rentas públicas como los de ésta en Correos y en la Empresa Nacional de Uranio. La tesis es tan risible como si el criminalista de un cártel alega que los sicarios no figuran en nómina.

Pero, yendo al fondo de esta nueva trapacería que hunde aún más a España en una sentina a la que no se le ve fondo, conviene hacerse algunas preguntas para ver si, al menos, se halla una respuesta en el viento, como en la canción de Bob Dylan. No cabe esperarla de un Gobierno que, no obstante, otorga callando. ¿Cómo es posible que el triministro Bolaños, tan locuaz a la hora de desviar la atención, no salga al paso de que una compañera con vara alta en Ferraz ponga al servicio de un imputado a la Abogacía del Estado y a la Fiscalía General, cuya dependencia gubernamental adquiere ribetes groseros con su máximo responsable, Álvaro García Ortiz, imputado por revelación de secretos de la pareja de una rival política? Pero, es más, ¿cómo puede ser que, ante la amenaza de eliminar a un alto mando de la Guardia Civil, Grande-Marlaska se remita a un comunicado del PSOE lavándose las manos como Poncio Pilatos?

Estos clamorosos silencios se explican al ser una operación de un Consejo de Ministros que, como el anuncio de una cadena de pizzerías, sienta a su mesa a la mafia. No es baladí que la cita para emporcar a la Guardia Civil coincidiera con los cinco días de reflexión que Sánchez se tomó, tras la imputación de su «consuerte», para su ofensiva nada amorosa contra jueces, policías y periodistas prodigando tinta como la que expande el calamar para salir escopeteado.

Después del quinario del teniente coronel Pérez de los Cobos, depurado por Marlaska por mantener el secreto exigido en una instrucción judicial que afectaba al delegado del Gobierno en Madrid tras las marchas feministas del 8-M de 2020 en pleno COVID, es notorio que el titular de Interior ha adoptado la conducta mafiosa que, con Rubalcaba al frente del departamento, le arruinó su instrucción como juez del cobro del mal llamado «impuesto revolucionario» por los etarras en el bar Faisán y que echó a perder un chivatazo policial para preservar los tejemanejes de Zapatero con la banda terrorista. Con el tiempo, degenerando como el banderillero de Juan Belmonte para ser gobernador de Huelva, Marlaska coadyuba a que los bilduetarras acaricien su sueño húmedo de que desaparezca la Guardia Civil como no pudieron con sus bombas.

A la espera del demorado informe de la UCO sobre Santos Cerdán, como si el Ministerio del Interior estuviera afeitándolo para que sus astas no malhieran al peón de brega de Sánchez, algunos guardias civiles ejemplares, como el teniente coronel Balas, sin ser caso único, padecen la soledad del sheriff Will Kane que Gary Cooper encarna en Solo ante el peligro frente a los desalmados hermanos Miller. El juez Mettrick le recomienda que desista, mientras prepara su huida metiendo en unas alforjas la bandera de la Unión, la balanza de la Justicia y el mazo. Como aquel sheriff de película, son héroes sin estatua ni nombre de calle frente a los contemporáneos de aquellos hermanos Miller que lo enfangan todo presumiendo de luchar contra el fango.