MAYTE ALCARAZ, ABC – 14/08/14
· Marta Ferrusola se lo recordó hace unas horas a su marido: «Uy, Jordi, tranquilo, que esto se olvida».
Corría 1999. El entonces molt honorable Jordi Pujol, que ya llevaba 19 años compatibilizando la más alta representación del Estado en Cataluña con la condición de evasor fiscal, ofició de maestro de ceremonias en un concierto de… Los Chunguitos. Con lágrimas en los ojos, reconoció que al grupo rumbero lo escuchaba siempre en el coche (un coche multiusos, a la luz de la querella de Manos Limpias). Es de suponer que compartía la afición musical por el grupo extremeño con el chófer del vehículo oficial del que, por cierto, sigue sin bajarse hoy. Lo contrario hubiera sido algo parecido a un asesinato lento pero implacable del fiel mecánico. Entre las canciones más demandadas en la particular discoteca de Pujol estaba una que las laringes privilegiadas de los cantantes bordaban: «Mama», un remedo de «Madrecita María del Carmen» de Manolo Escobar, adaptada a la sensibilidad nacionalista del jefe de CiU.
Al expresidente de la Generalitat le conmovía la letra: «Hay amores que se compran, hay amores que se venden, el cariño de una madre, ese es el que más te quiere». Inapelable estrofa que haría hiperventilar a un cadáver. O a un nacionalista con raíces familiares bien acreditadas como las de Pujol. Siempre la mama: cuando ella faltó, el papa testó en favor de la prole del hijo Jordi y de su esposa, la otra mama: Marta Ferrusola. Una dama de acrisoladas virtudes soberanistas beneficiada en un testamento del suegro que en la fértil incubadora de la banca andorrana creció a un ritmo inversamente proporcional a la sonrisa de su nuera.
Ayer, la mama Ferrusola era señalada en la querella de Manos Limpias como «cómplice, encubridora y cooperadora necesaria» de los delitos en los que pueda haber incurrido su marido. Durante los 23 años del mandato de Jordi Pujol (19802003), la Administración catalana estuvo al servicio de la familia Pujol Ferrusola, como ponen de manifiesto los beneficios que obtuvo de la Generalitat la empresa de jardinería Hidroplant, fundada por Ferrusola; la consultora ambiental Entorn, propiedad de la familia; o diversas sociedades de los hijos, incluidos los tres investigados y su hija Marta que también trabajó a través de su estudio de arquitectos para la Generalitat.
Por eso, era enternecedor escuchar hace unas horas a la mama, a la que tanto molestaba que José Montilla fuera presidente de la Generalitat no por sus ideas políticas sino porque tenía origen andaluz y nombre castellano, tranquilizar a su marido a la salida de la casa de Queralbs, convertida en un parque temático de la desvergüenza. J.P: Me ha puesto una querella Manos Limpias M.F: No hace falta que se lo cuentes porque ya lo saben. Si no son tontos ya lo sabrán. Uy tranquilo, que esto se olvida.
Y no le falta razón a Marta Ferrusola: durante 23 años su partido creyó que el pretendido oasis catalán taparía, como ya hizo con la querella contra Pujol y otros consejeros de Banca Catalana, el saqueo del Palau de la Música por el amigo de su marido Félix Millet (caso que tiene la sede de CiU embargada); que velaría el secreto a voces del pago de comisiones del 3% denunciado por Pasqual Maragall en 2005 y luego silenciado; que neutralizaría el enriquecimiento –600.000 euros, según la Fiscalía Anticorrupción– de otros camaradas de la familia apellidados Prenafeta y Alavedra y que haría olvidar el entramado de las ITV, del que el niño Oleguer, otro devoto de la mama Ferrusola, sabe mucho.
Por eso la mama cree que esto (todo) se olvida.
MAYTE ALCARAZ, ABC – 14/08/14