EL MUNDO 30/06/14
· Herrira sucedió a Askatasuna y ésta, a Gestoras Pro Amnistía
Es la matrioska de los presos de ETA. Una dentro de la otra. A cada ilegalización o suspensión le sucede una heredera, siempre nacida de sus entrañas. El mismo aspecto, igual esquema e idénticos objetivos. En el siempre enrevesado tejido de siglas y organizaciones de la izquierda abertzale nunca han faltado las organizaciones de apoyo a los presos de la banda y a sus huidos. Una palanca de presión hacia las instituciones que en los últimos años ha sobrevivido reinventándose una y otra vez, tras la acción de la Justicia y las fuerzas de seguridad del Estado, ilegalizando o anulando de forma sucesiva cada una de sus marcas.
Durante décadas, la corriente que comunicaba a los presos y a la izquierda abertzale ha estado conectada. Lo ha hecho con intensidad. Desde las prisiones se llegaba a marcar buena parte del camino que los dirigentes políticos debían recorrer. La primera de las organizaciones de apoyo a los presos fue Gestoras Pro Amnistía. Creada en 1976, en pleno postfranquismo –con un anagrama diseñado por Eduardo Chillida–, las simpatías que entonces suscitaba poco o nada tienen que ver con las que estas organizaciones suscitaron años después. Su primera gran reclamación fue la liberación de los presos ingresados por razones políticas. Una petición que fue correspondida con una amnistía parcial en aquella España de la Transición.
Con la consolidación de la democracia, los ideales y funciones de aquella organización pronto comenzaron a variar. A medida que la violencia etarra se agudizaba y que los intentos de negociación fracasaban, las prisiones españolas y francesas engordaban su población de reclusos etarras y, con ello, el peso de su voz. Tanto, que de forma progresiva, durante los 25 años que perduró Gestoras Pro Amnistía, pasó a convertirse en un engranaje más del entramado terrorista. Así lo vio la Justicia, que en 2001, de la mano del juez Baltasar Garzón, la declara ilegal por ser una «parte orgánica» de ETA y condena a sus dirigentes.
En sólo unos meses, el mundo radical tenía preparada la alternativa. Nació Askatasuna (Libertad). Mismos objetivos y similar sospecha. La Justicia apenas tardó un año en verificar lo que todos intuían y en febrero de 2002 el juez Garzón la declara ilegal. La Unión Europea le secundó al incluirla en la lista de organizaciones terroristas. En 2008, la Audiencia Nacional dicta formalmente su ilegalidad y condena a 21 dirigentes de la organización, entre ellos al histórico Juan María Olano.
A Askatasuna el relevo le llegó con menos premura. Coincidiendo con años de debate interno, no fue hasta el 5 de febrero de 2012, con ETA inactiva, cuando nació Herrira. En un acto en el Kursaal de San Sebastián, reclamó «superar la política penitenciaria», fundamentalmente la dispersión de presos, «para situarla en parámetros de resolución». Una dispersión que cumple ahora 25 años desde que fue activada por el PSOE en 1988. Como en ocasiones anteriores,
Herrira surgió con la vitola de movimiento «social y popular», pero de nuevo los hilos de ETA y de los dirigentes radicales aparecieron por detrás.
El 30 de septiembre de 2013 la Guardia Civil detuvo a 18 de sus responsables bajo la acusación de organizar actos para ensalzar a ETA. Un operativo policial con intervenciones en Hernani, Bilbao, Vitoria y Pamplona, clausurando sus sedes, y una treintena de perfiles de Twitter, otras tantas y casi un centenar de usuarios en Facebook. Catorce detenidos quedaron en libertad y los otros cuatro bajo fianza de 20.000 euros.
El juez decretó la suspensión de actividades durante dos años de Herrira. Mientras tanto, afloró la enésima marca, Tantaz Tanta (gota a gota en euskera), una marea en favor de los derechos de los presos. Tantaz Tanta no logró su principal propósito, organizar una marcha multitudinaria en Bilbao en favor de los presos, al ser suspendida por el juez Eloy Velasco al considerarla sucesora de Herrira. En aquella ocasión, el PNV salió al rescate de la izquierda abertzale al convocar de urgencia una manifestación alternativa.
Hace sólo 15 días, la matrioska etarra volvió a sacar nueva figura. Se llama Sare (Red), y como todas sus antecesoras, se define como una red ciudadana por los derechos de los presos. Por ahora, su gran apuesta sólo tiene fecha, un gran acto en contra de la dispersión de los presos.