EL MUNDO 04/02/16
ARCADI ESPADA
Pedro Sánchez abrió el miércoles la campaña de las próximas elecciones, que serán dentro de poco o dentro de muy poco. Sus posibilidades de formar gobierno son reducidas, porque cuenta con apreciables enemigos: el PP, el partido Podemos y el PSOE. Pero, aun venciéndolos, nunca gobernará realmente, porque ni tiene una mayoría propia ni aliados fiables. Un gobierno Sánchez (en el nombre ya se advierte el exceso) sería corto, líquido y escandaloso. De estar interesado por el Gobierno de la cosa pública habría aceptado la gran coalición con PP y C’s y la clara posibilidad de ser vicepresidente y de convertirse en cuatro años en un líder sólido. Sin embargo, su anunciada disposición a formar Gobierno va a permitirle encarar mejor la próxima campaña electoral. Va a decirle a los españoles que él lo intentó, por responsabilidad y sentido del deber, pero que no quiso transigir con la ruptura de la unidad de España ni gobernar con un partido corrupto. La maniobra le sitúa en el centro del debate y la luz que recibe ensombrece la posibilidad de que los socialistas opten por otro candidato. Si de modo semimilagroso el partido Podemos renunciara al ejercicio del derecho de autodeterminación y permitiera un gobierno de la izquierda, el beneficio para Sánchez también sería evidente al haber quebrado la primera condición de gobierno que Iglesias puso. A la campaña (inmediata o inminente) que se avecina, Rajoy va a acudir debilitado, si es que acude. La posibilidad de que Sánchez, en el forcejeo negociador o en una investidura frustrada, le culpe de no permitir con su abstención un Gobierno razonable tiene mala réplica. Es verdad que Rajoy sacó más diputados que nadie, pero su negativa a la investidura rebaja inevitablemente su legitimidad y exhibe su vulnerabilidad principal: la evidencia de que un acuerdo entre PSOE y C’s tiene mayor margen de maniobra parlamentaria que un acuerdo entre PP y C’s. Hasta el 21 de diciembre, Sánchez lo perdió todo. El grave error táctico de Rajoy y la irrisoria fatuidad de Iglesias lo han colocado en un mejor lugar. El Rey ha encargado Gobierno a un hombre que ahora no tiene la mayoría. Pero él solo piensa en la próxima.