EL CORREO, 30/5/12
El cambio de gobierno en Francia no ha supuesto alteración alguna del Ejecutivo de François Hollande en la persecución del delito terrorista. Ayer lo pudo comprobar el ministro del interior, Jorge Fernández Díaz, al reunirse con su homólogo Manuel Valls, horas después de que la Policía gala, en colaboración con la española, detuviera a dos presuntos dirigentes de ETA. Si los dos activistas no solo iban armados, para garantizarse que en caso de ser detenidos en suelo francés no vayan a ser extraditados a España, sino que transportaban material para bombas lapa, sus intenciones van mas allá que la de la mera captación de futuros militantes.
Parece una verdad de Perogrullo, pero como nos encontramos en plena operación de ‘blanqueo’ de la historia de ETA, habrá que concluir que si los activistas no aprovecharon la ocasión para decir que ellos ya no tienen nada que ver con la banda terrorista y que se encuentran a la espera de que llegue pronto el final (algún caso similar se dio cuando los ‘polimilis’ y los ‘octavos’ se divorciaron) es debido a que en ETA hay quienes mantienen un plan B, por si acaso. Lo que parece claro, y ésta es una constatación que ni siquiera pueden contradecir los observadores del grupo de Currin, es que ETA se resiste a disolverse. Porque necesita hacer valer su presencia fáctica, aunque durmiente, para forzar al Gobierno a negociar.
De ahí la importancia de las palabras del ministro francés, Manuel Valls, al advertir ayer a la banda que su disolución es una condición sin la cual no podrán producirse cambios en el futuro. Y en ese ‘nudo gordiano’ se encuentra la situación. Con una banda terrorista que no quiere desaparecer sin obtener un premio a cambio. Y con un Gobierno que entiende que la política de firmeza ha sido la causa principal que ha empujado a ETA a dejar de matar. Estamos asistiendo a un pulso sobre la diferencia de factores que, en este caso, sí afecta al producto. ¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?
Con una política penitenciaria «flexible» los presos podrían asumir el daño causado. Quizás. Lo dicen los observadores, mediadores de parte y la clase política vasca en general. Menos el PP y UPyD. Primero, que se disuelva ETA, luego los cambios en política penitenciaria. Si el PP se mantiene en esa posición, que muchos califican de «numantina», es porque está persuadido de que ETA solo ha cedido cuando se le ha cortado el suministro del oxígeno político. Basagoiti no se mueve a golpe de encuestas. Descartados, pues, los acercamientos masivos de presos .
Y un recado al grupo de contacto que mueve Brian Currin. No participaron ayer en la ponencia de paz porque no quieren dar pábulo a sus mensajes, en sede parlamentaria. Una actitud que defendió Rubalcaba en su etapa de ministro del Interior, cuando decía que Currin era «mediador de parte» pero que, ahora, entraría en contradicción con la mantenida por la portavoz del Gobierno vasco, que reprocha a Basagoiti que no quiera escuchar a Spektorowski. ¿Que hay de malo en ello?, que diría Ibarretxe.
EL CORREO, 30/5/12