Pedro García Cuartango-ABC

  • El bulo se ha convertido en un arma política al que acostumbra a recurrir el Gobierno para distraer la atención o eludir las responsabilidades

La mentira ha sido con frecuencia un tema de interés para los filósofos. Ya Aristóteles apuntaba que la mentira hace al hombre odioso ante la divinidad e indeseable ante sus semejantes. Pensadores cristianos como san Agustín y santo Tomás coincidían en repudiarla. Señalaban que no está justificada en ninguna circunstancia, incluso cuando se miente para protegerse de la acusación de un grave delito.

Fue santo Tomás quien calificó la calumnia de pecado mortal, ya que se le atribuye a un inocente una acción que no ha cometido. Según el sapientísimo doctor medieval, los tres ministros socialistas que han alimentado un bulo sobre un oficial de la UCO irían al Infierno si no se confesaran o reconocieran haber propagado ese infundio.

Desgraciadamente el bulo se ha convertido en un arma política al que acostumbra a recurrir el Gobierno para distraer la atención o eludir las responsabilidades. Acosado por la corrupción y numerosos escándalos, el equipo de Sánchez en La Moncloa se defiende con mentiras, insinuaciones y denuncias de conjuras imaginarias, un argumentario que supone un insulto a la inteligencia.

Hemos sido testigos estos días cómo los dirigentes del PSOE han sacado a relucir los casos de Gürtel, Lezo, Púnica y Kitchen, como si la corrupción en la época de Aznar y Rajoy sirviera para exculpar sus dislates y sus abusos. Ello revela la orfandad moral de quien tiene la obligación de dar ejemplo porque ejerce el poder y maneja los recursos públicos.

La argumentación del PSOE es absolutamente cínica y supone, en el fondo, el reconocimiento de su incapacidad para defender los principios éticos más elementales. Quien recurre al viejo truco del llamado «y tú más», se sitúa en el mismo plano moral que su interlocutor: en el lodo.

Soy muy pesimista sobre una regeneración ética de la política cuando el PP llegue al poder porque observo que los dos grandes partidos operan con la misma lógica: ven la paja en el ojo ajeno y ignoran la viga en el propio. Son incapaces de la menor autocrítica, no defienden principios sino intereses y juzgan a sus rivales con un doble rasero. ¿Cómo va a exigir responsabilidades Feijóo a Sánchez si mantiene a Mazón?

No estoy equiparando al PSOE con el PP por la sencilla razón de que quien gobierna es Sánchez. La función de la prensa no es criticar y vigilar a la oposición sino a quién ejerce el poder. Parece claro que el presidente del Gobierno está dispuesto a deteriorar las instituciones y retorcer la ley con el fin de mantenerse en La Moncloa. Esa y no otra es la lógica de la amnistía que se dispone a convalidar el Constitucional.

La relativización de los hechos y la mentira se han convertido en una práctica habitual de un Ejecutivo que da lecciones de todo lo que carece. Es el principio de un fin que se acerca cada día.