EL MUNDO 12/06/17
TEODORO LEÓN GROSS
QUE Guardiola aparezca como icono del prusés, ya con fecha para el referéndum, tiene lógica. Hay una relación notoria, formulada por Arcadi Espada, entre la epifanía nacionalista en Cataluña y los éxtasis del Barça. El sextete de su Dream Team prendió el clima de euforia invencible que agitó la gran manifa de 2010 por el Estatut y la investidura de Mas con el derecho a decidir y las diadas… Tiene cierta coherencia metafórica que en el desenlace del prusés abocado al fracaso, años después, reaparezca Guardiola, un técnico ahora desposeído de mística tras ser incapaz de hacer triunfar en Europa a grandes clubes, objeto de sátiras por sus limitaciones técnicas más allá de la retórica hueca. La gloria era de Messi. Ayer Guardiola, apologeta de los aires de libertad en Qatar, calificó a España de «Estado autoritario» donde se practica la persecución política. Si han de recurrir a esa clase de infamias delirantes, es fácil deducir hasta qué punto el prusés está desfondado.