IÑAKI EZKERRA-EL CORREO

  • ¡Quién da más, o mejor, quién quita más valor a los gestos nobles y humanitarios!
La semana que se cerró ayer ha sido un auténtico concurso de mezquindad. Parecía que daban premio al que fuera más capaz de ver miseria humana en los gestos de grandeza. La diputada de la CUP Mireia Vehí miraba y veía (valga la redundancia) a unos enemigos de la infancia en los soldados y guardias civiles que rescataron de morir ahogados a los niños que envió el Gobierno de Marruecos a Ceuta con la mentira de que en esa ciudad española jugaba Ronaldo. A su vez la derecha xenófoba acosaba en las redes sociales a Luna Reyes, la voluntaria de la Cruz Roja que se dejó abrazar por un inmigrante al que acababan de salvar la vida. Para colmo, Vox amenazaba con retirar su apoyo a la actual Junta de Andalucía si acogía a los menores magrebíes que andaban perdidos por Ceuta y a los que llaman ‘menas’. ¡Quién da más o, mejor dicho, quién quita más valor a los gestos nobles y humanitarios!

En el caso de Mireia Vehí, llama la atención no sólo que vea un instrumento del terror y la represión en unas fuerzas de seguridad entregadas a la tarea de sacar a moribundos de las aguas sino que no diga una sola palabra contra las autoridades marroquíes que han llevado a esas personas a esa situación extrema. Quizá el origen de su extraña condescendencia con esa perversa y peligrosa utilización política de la infancia resida en que ésta constituye una táctica que al secesionismo catalán le parece legítima y que fue ni más ni menos la que puso en práctica el 1-O de 2017. Quizá lo que sucede es que a su vez aquel 1-O tuvo su gran escuela en otro inolvidable episodio marroquí: el que se inició en el Sáhara el 6 de noviembre de 1975. Y es que la Marcha Verde es el gran antecedente histórico de la sustitución calculada de una fuerza militar por una masa civil para alcanzar un objetivo político, o sea, de este fenómeno posmoderno que podríamos denominar ‘el falso pacifismo’ o ‘la violencia buenista’ y que consiste en la utilización de ancianos, mujeres y niños como fuerza de choque contra un destacamento armado. No digo yo que Mireia Vehí sepa lo que fue la Marcha Verde. Hay metas ominosas y siniestras a las que conduce de modo coincidente e indefectible la simple falta de escrúpulos.

Como el linchamiento miserable de Luna Reyes en Twitter o la amenaza de Vox a la Junta andaluza presidida por Juanma Moreno tienen una larga y triste colección de antecedentes en la historia universal de la infamia y el fanatismo. La verdad es que me cuesta comprender cómo un partido que se parte el pecho en la defensa de la religión se opone de esa manera tan mezquina a socorrer a unos críos que no pasan en muchos casos de los seis años y que sólo querían ver a una estrella del fútbol.