José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
Mis paisanos honrados escuchan pero no oyen, miran pero no ven. Se niegan a asumir que los excrementos de ETA siguen ahí. Se indignan, sí, pero en privado
Bilbao es ahora una ciudad geriátrica pero verdaderamente agradable, bonita, llena de rotondas ajardinadas y espacios peatonales. Se anuncia una obra extraordinaria: la ampliación del Museo de Bellas Artes con el proyecto Agravitas que firman los arquitectos Foster y Uriarte. Una atracción más para una urbe que camina hacia su conversión en un pequeño parque temático con el icónico Guggenheim de Frank Gehry. Donostia sigue siendo una postal inmarcesible en la que Woody Allen rueda su última película con la bahía de la Concha como coreografía en una ciudad afrancesada, impoluta, ordenada y satisfecha. Y ¿qué decir de Vitoria-Gasteiz? Pues que es la capital (formal) de Euskadi, el conjunto urbano más sostenible de España, con una calidad de vida en el ‘top’ de los ‘rankings’ europeos. Y en las tres ciudades vascas se vive bien, se hacen obras constantemente, se pintan fachadas, se instalan macetas de flores y las calles están primorosamente aseadas. Un país para vivirlo.
Sin embargo, sigue ahí, sin barrer, toda la mierda moral del terrorismo nacionalista de ETA, tan lleno de complicidades, desde las que mantuvo la Iglesia vasca hasta las del PNV, pasando por las de los colaboracionistas emboscados que callaban y las de los brutales partidarios del tiro en la nuca que aplaudían. Una mierda que, de vez en cuando, se muestra obscenamente a la vista de todos como los restos del naufragio en la arena mojada cuando baja la marea. Son los ‘ongietorris‘ (bienvenida en idioma vasco) a los asesinos y delincuentes que regresan a sus domicilios. Como ocurrió el sábado y domingo pasados en Hernani y Oñati, ambos consistorios gobernados por EH Bildu. En los pueblos fueron recibidos con algarabía en las calles dos etarras excarcelados y no arrepentidos: Javier Zabaleta ‘Baldo’, exdirigente de ETA, y Xabier Ugarte, uno de los secuestradores de Ortega Lara (este julio ha hecho 22 años de su liberación) y asesino de cuatro guardias civiles. En Oñati, el ayuntamiento dio publicidad en su web y en las redes sociales a la llegada del terrorista para que fuera acogido como un ‘gudari’. Un detalle: en el recibimiento popular estuvo presente el ‘carnicero de Mondragón’, Jesús María Zabarte.
El grueso de la sociedad vasca no quiere asumir que no se ha desprendido de la mierda moral que suponen estos homenajes públicos a asesinos juzgados y condenados y que no se han arrepentido de sus crímenes sino que los reivindican como una hazaña. EH Bildu es la fuerza política que recoge los rescoldos de ETA para mantener vivo su recuerdo en la versión falsaria de su lucha “en el conflicto”, y Arnaldo Otegi es el máximo representante de esa cloaca organizativa. Ya se comprobó su catadura —si hicieran falta acreditaciones adicionales— en su entrevista con TVE (nunca se la agradeceremos bastante a quienes pensaron que era, como efectivamente fue, una magnífica idea darle voz para que se notase su pestilencia discursiva). EH Bildu es la segunda fuerza política en el País Vasco. No es necesario ofrecer más datos.
El Gobierno, a través de la Fiscalía, ha denunciado esos ‘ongietorris’. Correcta actuación. No lo fue la actitud de la Ertzaintza, que no levantó atestado de los actos de Hernani y Oñati porque no le pareció que en esos pueblos se produjeran indicios de delito. A seguir tragando mierda en una sociedad que pelea duramente contra sí misma para desplomarse en una somnolienta amnesia. Los vascos que siguen allí —se han ido a decenas de miles y siguen haciéndolo— no quieren recordar porque no han asumido aún que deben consumar una catarsis. Y los ‘ongietorris’ a los terroristas son la muestra de su parálisis moral. Mis paisanos honrados escuchan pero no oyen, miran pero no ven. Se niegan a asumir que los excrementos de ETA siguen ahí. Muchos se indignan, sí, pero en privado.
Los vascos que siguen allí no han asumido aún que deben consumar una catarsis. Y los ‘ongietorris’ a los terroristas son la muestra de su parálisis moral
Mientras EH Bildu y todos sus representantes —en el Congreso, en el Parlamento vasco, en las diputaciones forales, en los ayuntamientos— no abjuren de estos asesinos, quienes pacten, por activa o por pasiva, con Otegi y su gente se contaminarán. Empezando por ERC, que ha hecho un pacto con los ‘abertzales’ (comillas, sí, comillas) en la Cámara Baja y continuando —y siento mucho tener que escribirlo— por los socialistas que van a aceptar gobernar Navarra con la aquiescencia de los ‘bildutarras’. El PNV acuerda con EH Bildu con total naturalidad.Sánchez en la tribuna del Congreso debió afirmar taxativamente que no deseaba la abstención de EH Bildu. No lo hizo. Pues ahí tiene los ‘ongietorris’ a dos asesinos etarras para que se lo siga pensando en agosto. Porque allí, en el País Vasco, cuando se rasca, sigue oliendo mal. O sea, no es tiempo todavía para el regreso desde el exilio interior sino de continuar en la ‘ancha Castilla’ a la que nos remitió felizmente el fallecido Xabier Arzalluz a decenas de miles de vascos. Para nosotros no se celebran bienvenidas.