Braulio Gómez-El Correo

Los militantes de los partidos cada vez se parecen menos a la sociedad de la que forman parte. Ni tan siquiera se parecen a los votantes de su partido. Los estudios que comparan a militancia, votantes y sociedad llegan a parecidas conclusiones. La crisis de la democracia está relacionada con múltiples crisis y una de las más relevantes es la crisis de la representación y la incapacidad de intermediarios de los partidos para representar a la sociedad. Los partidos tienen cada vez menos militantes en general y menos militantes activos en particular.

Por eso suelen quedar como espectáculos marcianos los festejos de noche electoral en las sedes de los partidos con cánticos, lemas y coreografías muy lejanas tanto de la sociedad como de las personas que han votado a estos partidos de forma desapasionada, la mayoría. Da igual que griten, ‘Independentzia’ o ‘Pujol, enano, habla castellano’, se trata del mismo cuadro de lejanía de los partidos de la ciudadanía que no han sabido o no han querido revertir. Y cuando el aparato o los líderes máximos buscan y alientan directamente el calor de la militancia, el espectáculo deja de ser marciano para pasar a ser de otra galaxia. Todavía se puede sentir la vergüenza ajena de la mayoría de la sociedad al ver el espectáculo de la comunión de líderes y militantes socialistas gritando a voz en cuello al unísono ‘Pedro, quédate’ al ritmo de Quevedo en Ferraz.

El presidente del EBB se ha puesto a disposición de la militancia para quedarse, para que le pidan con el mayor número posible de decibelios que se quede. Y lo ha hecho a través de una carta personal pero pública, para que todos la lean. Y para acercarse a la militancia busca en la carta los mejores ejemplos de la utilidad de la política y de las acciones políticas que ha desarrollado durante sus 12 años de jefatura del partido. Y encuentra dos hitos para compartir con los suyos, la recuperación de la sede de París y la entrada de la Federación Vasca de Pelota en la Federación Internacional como miembro de pleno derecho. Creo que no es necesario presentar datos para mantener sin riesgo de errar que tanto la sociedad vasca en su conjunto como los votantes del PNV en particular tienen otro concepto de la palabra utilidad aplicada a la política.

También hay muchos estudios que muestran que los líderes de los partidos que han ganado el gobierno en las últimas elecciones a las que se han presentado es más probable que elijan quedarse que irse. Aun así, como al PNV le ha ido bien a contracorriente, incluso en el último ciclo electoral, se podría esperar que volviera a generar un cambio en el partido al estilo del que llevó a Imanol Pradales a la Lehendakaritza. La mayoría de los votantes del PNV dijeron en las encuestas postelectorales que habían votado para cambiar y el mismo lehendakari es el que está construyendo un liderazgo más asociado al cambio que a la continuidad. Pero no ha sido así en la presidencia del partido, a pesar de que en este largo periodo de reflexión sobre quedarse e irse ha tenido la oportunidad de leer los resultados de las últimas elecciones a rector de la UPV.