Teodoro León Gross-ABC
- Nunca se ha visto a Pedro Sánchez, en siete años, asumir una responsabilidad ante los ciudadanos de su país
El Gran Apagón ha deparado una de las comparecencias de Pedro Sánchez más impúdicas, deshonestas y obscenas. Un retorno a las jeremiadas de la pandemia pero con el aprendizaje de varios años en el poder sin escrúpulos. Un «De esta saldremos más fuertes» con más voltaje, ocultando los costes del colapso. La misión, en definitiva, era ofrecer un relato a su clientela para blanquear lo sucedido y brindarles un enemigo al que crucificar: «los operadores privados». Va de suyo que este relato no pasa de ser una milonga grosera, pero eso nunca ha importado. Siempre funciona culpar a los privados, a los ricos, a los cenáculos de Madrid, a la derecha… sus cuatro jinetes del Apocalipsis. Repitió el mantra de «los operadores privados» más de media docena de veces en la comparecencia hasta fijar el marco. El mensaje tenía una lógica simple: el Gobierno ha estado ahí, protegiendo a los ciudadanos que sufren su codicia. La vieja letanía de tantas veces: el bien frente al mal.
Sólo ha habido una cosa urgente para Sánchez y no ha sido la información, el servicio público o la transparencia, sino eximirse a sí mismo de responsabilidad. Nunca nada es responsabilidad suya. En la dana, en lugar de la emergencia nacional, dio orden a su comité de crisis de aguardar aquella noche hasta ver pasar flotando el cadáver del incompetente Mazón. Ya sucedió en la pandemia, al final destilada en Ayuso. Prefirió tapar a Ábalos antes que cargar con ese lastre. Con su mujer y su hermano, ya al borde del banquillo, se tomó cinco días para que su partido le rogara quedarse y sacudirse también el coste. Nunca se ha visto a Pedro Sánchez, en siete años, asumir una responsabilidad ante los ciudadanos de su país. Ha traicionado la confianza, ha mentido sistemáticamente, y siempre es culpa de otros.
El mensaje de Sánchez resulta simple: el Gobierno es responsable del sistema para recuperar la normalidad, pero no era responsable del sistema en la anormalidad del colapso. Él se cuelga la medalla de recuperar la luz, pero no el baldón de la caída. Sánchez califica Red Eléctrica de operador privado, aunque su máximo accionista es el Estado, con una exministra socialista al frente, titular de Vivienda en la crisis de las hipotecas de 2008 y ahora en la cúpula de la crisis eléctrica. Cobra ahí más de medio millón de euros, que le da para negar que pudiera haber un apagón –«en España no puede pasar»– y afirmar que el sistema eléctrico español es «el mejor del mundo y no es falso patriotismo». También Sánchez sostenía que lo del apagón era una fantasía «de la derecha y la ultraderecha», ocultando el impacto de las renovables y señalando a las nucleares para salvar el relato ideológico. Y ahora, establecido el relato del culpable, toca el teatro de las comparecencias, el teatro de informar a la oposición, el teatro de la transparencia, el teatro de la investigación… Sanchismo en estado puro.