Hace unos días, Oskar Matute, diputado de EH Bildu en el Congreso de los Diputados, al ser preguntado si defiende que los presos de ETA son presos políticos, los comparó con Nelson Mandela, «que también fue acusado de delitos violentos». Los presos de ETA, según Oskar Matute, «son presos que tienen su origen en los delitos que han cometido y muchos de ellos son violentos y por ello están penando y pagando el delito en la cárcel»; y ante la insistencia de uno de los periodistas presentes en la entrevista para que dijera si cree que los presos etarras son presos políticos, Oskar Matute sentenció: «En el origen no es que obedezcan a una voluntad psicopática generalizada en el País Vasco sino a un conflicto político que por desgracia no se supo canalizar…»; lo que es una forma miserable de explicar, comprender y hasta justificar la existencia de ETA y, por tanto, sus crímenes.
Es decir, puesto que había un conflicto político que «no se supo canalizar», ETA se vio empujada a extorsionar, secuestrar y asesinar a conciudadanos inocentes: fueran estos miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, representantes políticos, policías retirados, miembros de la Judicatura, funcionarios, amas de casa, jubilados, trabajadores o gente que pasaba por allí, niños incluidos. Si se hubieran sabido «canalizar» las reivindicaciones nacionalistas, esto es, si el Gobierno de España les hubiera dado la razón y hubiera cedido ante sus crímenes y ante sus pretensiones antidemocráticas, nos habríamos ahorrado el terrorismo de ETA. Es decir, que el Estado es al menos corresponsable de los crímenes de la banda, si no su principal responsable. Esta es la miseria moral de Oskar Matute y sus correligionarios. Y es la idea históricamente defendida por los servicios auxiliares de la banda, o sea, sus representantes políticos de antes y de ahora.
Los conflictos políticos se resuelven en los parlamentos y la vulneración de la legalidad vigente o el uso de la violencia y el terrorismo no tienen justificación alguna nunca
Los presos de ETA no son presos políticos, obviamente, pero conviene insistir en ello. Presos políticos son aquellos presos que están en la cárcel condenados por sus ideas políticas, y no hay de ellos en España. Los presos de ETA están, o fueron presos, por cometer gravísimos delitos recogidos en el Código Penal, con independencia de los motivos que cada uno de ellos pudiera supuestamente tener para cometer sus fechorías: fuera para sentirse acogido por su familia o grupo de amigos o para lograr que Euskal Herria fuera independiente. De hecho, que sus objetivos fueran políticos no exime o atenúa sus delitos sino que los agrava: sus crímenes fueron contra ciudadanos inocentes pero además lo fueron contra la convivencia, la libertad y la democracia.
La forma de pensar y razonar de Oskar Matute está bastante extendida en el País Vasco, y lo es gracias en parte a la incapacidad y hasta dejadez de los poderes públicos para hacer pedagogía política democrática: los conflictos políticos se resuelven en los parlamentos y la vulneración de la legalidad vigente o el uso de la violencia y el terrorismo no tienen justificación alguna nunca. Y resolver los conflictos que puedan existir no nos obliga a darles la razón a los nacionalistas o independentistas sino más bien a lo contrario: en primer lugar, a cumplir y a hacer cumplir la ley en lugar de a amnistiarlos política o legalmente; en segundo lugar, a oponernos democráticamente a sus objetivos: el principal, levantar una frontera entre conciudadanos por razones étnicas, lingüísticas o económicas, el objetivo más reaccionario que podamos imaginar.
Con este tipo de gente pretende Pedro Sánchez gobernar España: una pléyade de reaccionarios a los que lo que menos les importa es España y el bienestar de los españoles, y lo que más, el logro de sus objetivos particulares, desde sacar tajada política y económica a costa de todos hasta la independencia de sus territorios, que es la mejor forma de perjudicarnos a todos: hacer desaparecer nuestra nación política. Porque todos sus socios defienden el derecho a la autodeterminación, incluidos Sumar y Podemos.
Lo primero es asistir este próximo domingo a la manifestación convocada en Barcelona por Sociedad Civil Catalana: «No en mi nombre: ni amnistía ni autodeterminación»
Tras la mascarada y aceptada ya la amnistía, esa indecencia negada durante meses por todos los dirigentes y cargos públicos socialistas y ahora obedientemente aceptada tanto por ellos como por sus altavoces mediáticos, llegará “algún tipo de consulta”, o sea, la aceptación de que Cataluña puede decidir por sí misma sobre cuestiones que son competencia de todos los españoles: porque si se acepta que Cataluña puede decidir al margen del resto de los españoles, aunque quede pendiente la fórmula concreta para «canalizar» semejante ilegalidad, ya se habrá provocado la ruptura definitiva de la soberanía nacional.
Y, ante situación de emergencia nacional donde los Matute, Rufián y Puigdemont van a cogobernar España, ¿qué podemos hacer? Entre otras cosas, lo primero es asistir este próximo domingo a la manifestación convocada en Barcelona por Sociedad Civil Catalana: «No en mi nombre: ni amnistía ni autodeterminación».