IÑAKI EZKERRA-EL CORREO
- Es absurdo estigmatizar a una fuerza electoral que tiene verdadero peso social
Aver. Vox ha presentado una propuesta en la Asamblea de Ceuta para que se revoque la moción que el 23 de julio declaró a Abascal ‘persona non grata’ y ante la que el PP se abstuvo. La verdad es que, si sumamos los escaños de uno y otro partido, ambos tendrían la posibilidad de sacar adelante una moción que declare ‘persona non grata’ a la propia Fátima Hamed, artífice de la idea de colgarle al líder de Vox ese latinajo. Más aún, con la mayoría absoluta con la que el PP y Vox cuentan, podrían declarar ‘no gratos’ al PSOE, a la Coalición Caballas y al MDyC juntos, o sea a toda la liguilla antiabascaliana. No es mi intención dar ideas, sino señalar el absurdo que entraña estigmatizar a una fuerza electoral que tiene verdadero peso social. Por otra parte, abstenerse, como han hecho los populares ceutíes, cuando llaman ‘non grata’ a la persona que lidera una formación a la que tu partido debe el poder en Madrid y en Andalucía, es admitir tácitamente que dudas del grato carácter de esos mismos pactos de gobierno. Dicho de otro modo: absteniéndose, Vivas se ha definido a sí mismo como ‘no grato’, además de como ingrato, y se expone, al menos en teoría, a una moción de censura de los mismos que han urdido la de Abascal, a la cual podría sumarse el Vox ceutí siguiendo el ejemplo de Vivas y su lógica de verso suelto.
A todo eso se añade lo que tiene de exceso improcedente y puramente teatral recurrir en política a una figura que pertenece al ámbito diplomático y que, fuera de éste, carece de efecto jurídico. A Willy Toledo el PP municipal de Zaragoza le quiso declarar, sin éxito, ‘persona non grata’ en 2015 por cagarse en la Virgen del Pilar. Y a Camilo José Cela le logró otorgar ese particular honor el Consistorio de Cangas de Onís en 1982 por una reflexión poco elevada: «Si la Virgen de Covadonga es pequeñita y galana, que se joda». Me parece que ambas iniciativas van, paradójicamente, contra el espíritu mariano, que se deseaba preservar, y contra la insistente apelación a la misericordia de la letra de La Salve, que se supone por encima de la devoción a las santinas locales: «Oh clementísima, oh piadosa, oh siempre dulce Virgen María…».
La declaración de ‘persona non grata’ tiene sentido para que los gobiernos se protejan de los casos de espionaje que se amparan en la clásica inmunidad de las embajadas. Y aún así es reprobable su abuso. Pienso en Jorge Edwards, que en 1971 fue enviado como diplomático a Cuba por el Chile de Allende y declarado por el régimen de Fidel ‘persona non grata’, expresión que da título al más famoso de sus libros. Una buena lectura para los que hoy siguen sin enterarse de lo que es el castrismo y su ‘non grata’ escuela.