JUAN CARLOS VILORIA-EL CORREO
- Conduce a sociedades líquidas en las que cada uno tiene su propia verdad
El fallecimiento del Papa emérito, Benedicto XVI, un gran combatiente frente al relativismo moral, confirma su anticipación ante una corriente que impregna las sociedades occidentales confundiendo la libertad de elegir con tolerar cualquier procesamiento de la razón. La moda del relativismo alimenta la creencia de que no hay verdades, ni valores objetivos y universales. Y, al no haber estándares objetivos, todo vale por igual, la ciencia y la magia, la virtud y el vicio. Benedicto XVI denunció la dictadura del relativismo porque destruye el concepto de libertad y abre camino al nihilismo. Más allá de la perspectiva cristiana, el efecto disolvente de semejante tendencia de pensamiento conduce a sociedades líquidas en las que todas las opiniones son igualmente válidas y cada uno tiene su propia verdad. Y no solo a nivel individual, sino que se está extendiendo al plano científico, cultural, ético. No hay una moral o una ética buena o mala porque se cuestiona la universalidad de todos los códigos.
El fenómeno, que conecta con el famoso ‘wokismo’ de nombre horrendo y la moda de la cancelación, tiene su origen en el individualismo radical y en el presupuesto de que las ideas, los códigos morales, la propia ciencia son producto y creación de las clases dominantes y, por lo tanto, al servicio de ellas. A partir de ahí cada uno tiene su propia verdad y no es necesario fundamentarla sino que es suficiente con afirmarla. El fenómeno no se limita a una corriente de determinados movimientos políticos o ámbitos universitarios, sino que está contaminando el ámbito científico y las facultades de medicina y biología. Según sus activistas, la biología es una falsa ciencia patriarcal y machista; un dispositivo político dirigido a oprimir a las mujeres, homosexuales, transexuales, intersexuales. Niegan la diferencia entre sexos en nombre de la igualdad y defienden la descolonización de la ciencia porque es occidental y blanca.
Un estudio realizado por el magazine ‘L’Express’ sobre el movimiento que llaman ‘los nuevos oscurantistas’ denuncia que en nombre de una ideología supuestamente progresista se rechazan los avances científicos y los presupuestos biológicos fundamentales: la evolución de las especies; los fundamentos del comportamiento humano o las diferencias entre hombres y mujeres. Proponen retornar a los saberes indígenas porque sostienen que la ciencia es un elemento de opresión de las minorías. Un caso que demuestra el despropósito del relativismo oscurantista se dio en un movimiento estudiantil que invitaba a reconsiderar el principio de la ley de la gravedad «porque no representa más que una perspectiva occidental».