La mudanza de Casado

 

Se explicaba ayer Pablo Casado ante el Comité Ejecutivo Nacional de su partido y lo hizo con un discurso que transita por sus peores vicios expresivos, los que ya ensayó en el malhadado discurso en la moción de censura de Abascal contra Sánchez. Con aquella intervención, que tanto entusiasmo levantó entre los más granado del columnismo nacional, convirtió la dudosa estrategia de Vox en una victoria, pero Casado aún se considera orgulloso, por que volvió a definirlo ayer como la hoja de ruta de su “proyecto de centro derecha moderado y transversal”.

Hubo en su discurso no pocas ligerezas , entender como sinónimos ‘cuaderno de bitácora’ y ‘hoja de ruta’, decir que “el PP es el partido de la cabeza y el corazón, no de las vísceras”. Hombre, Pablo, el corazón es una víscera, te pongas como te pongas. Fue espectacular su afirmación de que “nosotros también tenemos nuestro ‘manual de resistencia’”, que es precisamente el título de la autobiografía que Irene Lozano le escribió al farsante y que este recompensó con cargo público, como si fuese la niñera de la marquesa de Galapagar. ¿Qué decir de su evaluación de resultados, perder otro escaño es “una mala noticia pero no va a debilitar nuestro proyecto”? La metáfora del compás es harto desdichada: si clavamos la aguja donde siempre ha estado, en el centro, solo podremos abrir uno de los brazos.

Pero donde brilló de forma espectacular fue con la bomba informativa que dejó caer y que solo conocían él y el secretario general: cambiar la sede nacional de ubicación. Génova 13 no vale por estar sus reformas bajo investigación judicial. Esto supone desconocer, ya lo tengo dicho, la naturaleza del malditismo que le empluman la casi totalidad del resto de los partidos. Atacan al partido por ser quien es, no por su programa, ni por el emplazamiento de su sede. Vayan donde vayan, les seguirán acosando por las obras de Génova y por Bárcenas. A ver si con un ejemplo: uno de los elementos más recurrentes contra el PP es la foto de Colón, pero se trata de un truco. El mentiroso que Sánchez ha colocado para ganar las elecciones catalanas denunciaba como una nueva foto de Colón el pacto de los golpistas con la CUP para orillarlo. “Contra Illa vale todo” se lamentaba el hombre, pero al día siguiente anunciaba su cordón sanitario para aislar a Vox. A Pablo Casado van a seguir afeándole la foto de Colón y no crea que se va a librar aunque le encargue al alcalde  Almeida que rebautice Colón como plaza de Américo Vespucio, un suponer.

Por no hablar del departamento nuevo de transparencia y rendición de cuentas, con un canal anónimo de denuncias y la convención nacional que propone celebrar en otoño y que parece la propuesta de Cayetana Alvarez de Toledo en la gran entrevista que le hacía ayer en estas páginas Rafa Latorre. Su crítica a Casado es demoledora, aunque no sea nueva: es la misma renuncia a dar la batalla ideológica y cultural y como dice la antigua portavoz, cargada de razón y de ironía: “Reincidimos en un viejo error y yo creo que lo mínimo que se le puede reclamar a un líder es que cometa errores nuevos”.