Luis Ventoso-El Debate
  • La corrupción es grave y execrable, pero la amenaza para España no está ahí, sino en la construcción de dos mini estados en Cataluña y el País Vasco

España arrastra un talón de Aquiles que la distingue de la mayoría de los países europeos: sufre una amenaza separatista en su seno, a cargo de partidos minoritarios que han logrado el increíble hito de convertir al propio presidente del Gobierno en su rehén político.

El estiércol del caso PSOE resulta grave y bochornoso. Presenta además el agravante de que el presidente que lo protagoniza es el mismo tío que asaltó el poder en 2018 en nombre de la limpieza del sistema.

El intento del moribundo Gobierno de Sánchez de ahormar el poder judicial a su ideología es también muy preocupante. Se trata de una operación de escuela chavista, a la que se suma la reescritura de la Constitución por la puerta de atrás, mediante las maniobras casi prevaricadoras –o sin casi– de Pumpido.

El despilfarro en las cuentas públicas alcanza tal alegría que si algún día cae el PSOE nos quedaremos lívidos ante el pufo. Por último, nuestras fronteras se han convertido en un coladero. La inmigración irregular nos desborda.

Pero todos esos problemas, aun siendo muy inquietantes, no comprometen la propia existencia de la nación. Lo que sí lo hace es ceder ante los separatistas vascos y catalanes en todas las reclamaciones que presentan con el evidente objetivo de ir construyendo sus mini estados.

Si Sánchez y sus socios logran llevar a término el plan que tienen en marcha, si el País Vasco y Cataluña pasan a ser una suerte de estados asociados, en realidad España dejará de ser tal. Nuestro país se convertirá en lo que el PSOE ya dice que es: un «Estado plurinacional», una suerte de confederación de regiones unidas por finísimos hilvanes, con dos estados asociados, Cataluña y el País Vasco, independientes a todos los efectos prácticos.

Miriam Nogueras, la cónsul de Puigdemont en el Congreso, esa señora que todos los días se viste y peina igual y suelta idénticos exabruptos, nos puede parecer una histérica de su causa. Pero como tantos fanáticos al menos dice la verdad. En una entrevista-besamanos en el deplorable programa de Intxaurrondo –¿por qué tenemos que pagar esa televisión con nuestros impuestos?–, Nogueras explicó muy a las claras que ella está en el Congreso solo para que Cataluña chupe del bote. Remarcó que a ellos España y sus problemas se la refanfinflan, que Junts solo trabaja para los catalanes y su independencia.

Y así es. Ahora mismo los separatistas le están pasando a Sánchez la factura por sostenerlo en su montaña de escoria. ¿Y qué le exigen con urgencia? Pues ya saben: cuponazo a la vasca para Cataluña –una bicoca que destrozará la caja común– y más transferencias para que el Estado no exista en el País Vasco, entre ellas que el Gobierno regional gestione las pensiones no contributivas y el salvamento marítimo.

Si se admiten esas prebendas, en especial lo del cuponazo catalán y su agencia tributaria propia recaudando todos los impuestos, España ya no será tal.

Hay que poner pie en pared, porque incluso hay más. Las siguientes reclamaciones serán la consulta independentista y que los tribunales regionales vasco y catalán sean última instancia, con lo cual la justicia superior, el Supremo, no pintaría nada si se produjese un nuevo golpe sedicioso.

Un presidente que es un zombi político, desencajado e insomne, está dispuesto a destrozar la nación este mismo verano para recibir respiración asistida unos meses más. PP y Vox deberían dar prioridad absoluta a la lucha contra este ataque frontal a la unidad nacional. Supone un problema mucho mayor que Ábalos, Begoña y David, Koldo o las saunas de Sabiniano. Ahora mismo nos estamos jugando España. Aunque en el sopor del verano no lo parezca y aunque la mayoría de la sociedad esté instalada en un abúlico «al final nunca pasa nada».

Despertemos. Este mismo lunes, el Gobierno e Illa se reúnen para cerrar el cuponazo con que han comprado a Junqueras el sillón del presidente socialista catalán, que se quedó lejos de la mayoría absoluta. ¿Nos vamos a tragar que un presidente pato cojo y un mandatario regional débil destrocen el modelo constitucional y solidario de financiación para comprarse sus respectivas poltronas? Sé que predico en el desierto. Somos así de… Mi adjetivo empieza por g, pero pongan el que quieran.

Un gran país de 49 millones de almas se deja chulear por una minoría gracias a un sistema electoral que ha resultado suicida. Hasta existe un ilustre partido constitucionalista que ya dice que está dispuesto a entenderse con Junts, como si fuese el PSOE de Sánchez, y que se apresta a darle la patada a su líder regional que se opone a semejante delirio.