Iñaki Ezkerra-El Correo
Fue el momento más emotivo de la conmemoración de los 77 años que acaban de cumplirse del nacimiento del Estado de Israel. Fue el pasado jueves en el salón de un céntrico hotel de la capital de España y en el acto convocado por esa Embajada, que desde hace un año no tiene embajador. De pronto se hizo un inmenso silencio y se empezó a escuchar el ‘Claro de luna’ de Claude Debussy interpretado por Alon Ohel, un jovencísimo y excelente pianista que fue secuestrado, junto con otras 250 personas, durante el salvaje atentado que perpetró Hamás aquel fatídico 7 de octubre de 2023 que ha desatado la guerra de Gaza. Alon Ohel tenía solo veintidós años en aquella fecha que cambió su vida y ha pasado, desde entonces, dos cumpleaños en cautividad. Forma parte de los 58 rehenes que todavía no han sido liberados por los terroristas islámicos, y de los que se teme que solo 20 permanezcan aún con vida.
Alon Ohel tuvo tres compañeros de encierro en ese laberinto de túneles de la Franja que se hallan a 40 metros bajo tierra, pero, desde que esos rehenes fueron liberados, se encuentra solo, en una celda y en unas condiciones infrahumanas: débil, enfermo, hambriento, encadenado y a oscuras, sin poder distinguir la noche del día y siendo torturado por sus secuestradores. Se sabe que ha perdido un ojo y su madre, Idit Ohel, teme que, si logra sobrevivir, se lo devuelvan totalmente ciego.
Por las escasas noticias que ha podido recibir esa madre angustiada, sabemos que Alon Ohel se aferra para sobrevivir a su pasión por la música, en la que se inició a los nueve años. Sabemos que silba las melodías que puede recordar y simula que las interpreta al piano golpeando sus dedos contra el pecho. Pienso en el vídeo que se proyectó el jueves sobre una gran pantalla durante el emocionante acto de la Embajada israelí y que escuchamos todos los allí congregados en un sobrecogido silencio. Pienso en el conocido poema de Paul Verlaine en el que se inspiró Debussy para componer ese ‘Claro de luna». Pienso en esa «luz tranquila, clara, triste y hermosa» que iluminará el corazón de ese buen muchacho judío en esa larga noche de un túnel de Gaza. Y me uno al deseo de poder oírle en directo un día cercano.