Iñaki Viar-Editores

A los mitos, a los cuentos, a las leyendas, hay que interrogarlos. Nos pueden proporcionar conocimiento sobre la condición humana, pues los mitos transmiten saberes a través de las generaciones, que perduran por siglos, incluso milenios. Y esos saberes en forma cifrada, metafórica, se refieren a cuestiones esenciales de las relaciones entre los sujetos. Por ejemplo, lo prohibido y su sentido. Los mandamientos religiosos y los principios morales fundamentales de los humanos son para quienes ya tienen «uso de razón» (hoy ya no se emplea esta expresión pues sería complicado establecer su edad correspondiente), pero para cuando los aprenden ya saben lo fundamental porque desde niños han recibido la transmisión oral de estos mitos. Porque lo fundamental en la condición humana no se transmite por enunciados explícitos, no es una instrucción, se transmite mediante referencias con elipsis y metáforas, en decires que anudan sentidos sobre lo indecible. Gracias a eso podrán asumir los mandatos morales.
Hoy, gracias al psicoanálisis, estos mitos y cuentos infantiles son fáciles de descifrar. ¿Por qué los Reyes actúan de noche? (a mí me desesperaba cómo era posible que en una noche trajeran juguetes para todos los niños del mundo) ¿Por qué los niños no pueden ver a los Reyes, bajo pena de quedarse sin regalos? Y por eso deben estar dormidos cuando los Reyes lleguen. Vemos  de qué es metáfora esa grave prohibición de ver lo que los padres hacen por la noche: el goce de los padres debe permanecer oculto a los hijos. En ese secreto se basa la familia. Es la ley que separa la sexualidad de los padres e hijos, que se instaura al mismo tiempo que la lengua en el surgimiento de lo humano.
A cambio de aceptar dormirse tendrán sus regalos. Esos objetos cuyo valor se basa exclusivamente en ser signo de amor. Para que los niños sepan que, aunque sus padres tienen otros goces no se olvidan de ellos, no los dejarán caer nunca, y que de su actividad nocturna, de allá donde ellos han venido, siempre se desprenderán unos restos que son para ellos. Prueba de que a sus padres no les bastó con gozar del sexo y de que necesitaron traerles a ellos. Desde luego que es para alegrarse. Es incluso la alegría perfecta: recibir un regalo sin sujeto que lo regale, sin deuda con el otro, por el simple hecho de ser. Es la alegría posible por la elipsis de los padres. Y los regalos, más allá de juguetes, son las palabras de amor con que se contó la vieja historia de los Reyes.
Espero que los Magos de Oriente les hayan traído lo que no se merecen. Será la mejor prueba de que les quieren…

Hoy nos ha tocado vivir tiempos en los que se ataca esta bella leyenda con un discurso amasado de odio y trufado con utopías. En realidad odian la leyenda de los Magos, leyenda que anuda Ley(hay que portarse bien para que los Reyes nos tragan regalos) y Amor, porque frente a esta leyenda solo pueden ofrecer relatos pedestres donde los niños se pierden.