Tonia Etxarri-El Correo
La corrupción no tiene ideología. Suele estar relacionada con la ostentación del poder. Con el manejo de influencias y dinero. Esa tesis se ha manejado siempre como contrapeso de la obsesión del PSOE por asociar esa anomalía, en exclusiva, a la derecha. Los socialistas aprovecharon la trama ‘Gürtel’ para extender un manto de sospecha contra todo el PP y la propaganda surtió el efecto deseado. Sánchez pudo desalojar a Rajoy de La Moncloa gracias a una moción de censura justificada por una sentencia que condenó al PP como «partícipe a título lucrativo» de una financiación irregular en un municipio.
Ha habido más casos de corrupción. Muchos. Que han salpicado a casi todos los partidos. Desde Filesa a las tarjetas ‘black’, pasando por Banesto, Millet, Nóos, ‘caso De Miguel’. A socialistas, populares, PNV, CiU, Izquierda Unida y sindicatos. Incluso algunos casos a Unidas Podemos. Pero ‘Gürtel’ fue la pieza más codiciada. Sánchez, con ayuda de populistas y nacionalistas, pudo derribar al PP. Ahora le toca al PSOE. Aunque el desenlace será diferente. Con la condena de la trama de los falsos ERE nada menos que dos expresidentes socialistas han dejado en evidencia el gran fraude. Una trampa organizada y fuera de control. Con 680 millones de euros debidamente desviados de los Presupuestos para engordar la red clientelar y perpetuarse en el poder gracias a los votos cautivos de los beneficiados. El dinero defraudado no procedía de empresas extorsionadas sino del desvío de fondos que debían percibir los desempleados andaluces. No hubo evasión sino reparto. El PSOE no puede lavarse las manos. Porque el caso de los falsos ERE es el caso del saqueo público desde el PSOE andaluz. Que actuó durante sus mandatos con total impunidad. Pero Sánchez no se verá en los apuros de Rajoy. No tiene una oposición consolidada. Y su socio da la vuelta al embudo. Si la última condena por corrupción ha tocado las arterias del PSOE no importa. Iglesias ya ha aparcado su fingida dignidad para blindar el pacto. Si tienen que rodar cabezas, sería la de Susana Díaz. Y Sánchez se podría presentar como el líder del socialismo regenerado. El gobierno de Pedro y Pablo seguirá adelante. Felipe González dice sentir orfandad política. Y Alfonso Guerra advierte que Iglesias quiere sustituir el sistema democrático. Los empresarios, preocupados con Podemos. Bruselas, también. Pero nada detendrá a Sánchez. Si la ‘Gürtel’ acabó con Rajoy, los ERE serán una anécdota, por supuesto ajena, en su carrera.