A partir de ahora, en lugar de decirse «de oca a oca, y tiro porque me toca», en los «batzokis» se tendrá que decir: «De antzara a antzara y tiro porque me da la gana». La noticia nos tiene que alegrar a todos los que defendimos la existencia de una oca que representaba el hecho diferencial. ¿Cuál es? Sus andares. El Gobierno vasco los ha descrito científicamente: «Andares ágiles».
Años llevo preguntando a mis amigos nacionalistas por el enigma de la oca vasca. Sabíamos de la existencia de las seis razas de gallinas autóctonas vascas (euskal oiloa), que son la «goli gorri» (cresta roja), la «beltza» (negra), la «gorría» (roja con cresta también colorada pero de mayor tamaño que la «goli gorri»), la «lepasoila» (pescuezo pelado), la «marraduna» (ruidosa) y la «zilarra» (plateada). Estas razas de gallinas puramente vascas, sabinianas auténticas, fueron descubiertas durante la presidencia de Ardanza. Pero de la oca vasca, nada. Con Ibarreche los hallazgos aumentaron. La abeja vasca (apis melífera arzallucensis), muy diferente de la abeja normal o común, los caballos vascos y hasta una raza de cerdo vasco en la que nadie había reparado en diez siglos. Pero ninguna noticia de la oca. Probablemente, para dar solemnidad a la retirada de Javier Arzallus de la política, el Gobierno vasco ha hecho coincidir la Asamblea General del PNV con el magno descubrimiento anátido. Y, en efecto, el Gobierno de Ibarreche ha establecido el «estándar racial» de la oca vasca, la «euskal antzara», que tantos quebraderos de cabeza me ha producido en los últimos años. La oca vasca no se parece en nada a otra oca cualquiera. El Gobierno vasco, aunque no lo haya reconocido públicamente, tiene la intención de cambiar las reglas del conocido «Juego de la Oca» a partir de ahora. En lugar de decirse «de oca a oca, y tiro porque me toca», en los «batzokis» y establecimientos afines al nacionalismo se tendrá que decir: «De antzara a antzara y tiro porque me da la gana», aunque rima peor. Pero no hay que caer en miserias. La noticia nos tiene que alegrar a todos los que defendimos la existencia de una oca que representaba el hecho diferencial. ¿Cuál es el hecho diferencial? Sus andares. El Gobierno vasco los ha descrito científicamente. «Andares ágiles». Es la única oca del mundo con andares ágiles. Las ocas son, por lo normal, culonas y paticortas. La vasca también lo es, pero siguiendo las instrucciones de Sabino Arana, se ha esforzado tanto en mejorar sus andares que los ha conseguido «ágiles». Como los de Begoña Errazti en paseo vespertino por La Concha. Otro hecho diferencial de esta oca vasca, su segunda característica fundamental, es el peso mínimo de sus huevos. Ciento sesenta gramos. Si pone un huevo de ciento cuarenta gramos, deja de ser vasca hasta que lo ponga de ciento sesenta o más. Su descripción, propuesta por la Consejería de Agricultura y Pesca, no puede ser más acertada: «De cabeza fuerte, con la frente no pronunciada, cráneo redondeado, pico mediano y de color naranja pálido con la punta blanco rosáceo, pecho ancho y redondo, bien lleno y poco levantado, y plumaje blanco en vientre y cola y gris en cuello y cabeza». Es decir, una oca que es la monda, y que en nada se parece a la selvática cenicienta, a la común, a la mediterránea, a la francesa de Toulouse, a la del Ampurdán, los Cárpatos, la inglesa de Embden, la rizada del Danubio, la de Magallanes, la de Canadá, la de Siam, la de Gambia, la de Guinea, o la barrada de la India, todas ellas, una porquería de ocas. La ampurdanesa pone unos huevos que no alcanzan jamás los ciento veinte gramos, y con una oca así no se va a ninguna parte. Y la de Siam tiene unos andares que dan vergüenza de verla, y la pobre lo pasa bastante mal, porque no son andares ágiles, y se pasa el día deprimida, y lo intenta y no puede, y sus huevos son enormes, pero sin la calidad de los que pone la «euskal antzara», y los granjeños siameses están que no les llega la camisa al cuerpo.
España necesita noticias como ésta. Por fin tenemos una oca en condiciones. Con sus huevos se podrán hacer pasteles y bizcochos buenísimos en la pastelería «Adarraga» de Hernani, regentada por José Luis y Juan Bautista, los primos de monseñor Setién, artífice del descubrimiento. Porque todo esto se debe a Setién. Las gallinas, la abeja, los caballos, las ocas -y se me olvidaba- el cerdo vasco son milagros de Setién.
Alfonso Ussía, ABC, 20/1/2004