- Diez analistas de EL CORREO opinan sobre lo que ha dado de sí el debate entre Sánchez y Feijóo
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José Luis Zubizarreta
Papeles invertidos en el cara a cara
Haya ganado o perdido cualquiera de los dos, su victoria o su derrota habrá durado sólo unas horas y sido, en consecuencia, literalmente efímera. Y es que la contienda empieza esta mañana, cuando, pasado el debate, serán los medios los que emprendan el decisivo debate sobre el debate y otorguen, según sus preferencias y la fuerza que su audiencia les conceda, la victoria o la derrota a uno de los contendientes. La impresión que los espectadores directos sacamos anoche se verá condicionada y hasta modificada por las conclusiones a que lleguen los medios, formales o informales, que moldean nuestra opinión. Pero, si la mía quieren, sólo diré que se invirtieron los papeles entre aspirante y poseedor del título.
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Tonia Etxarri
Sánchez fue su peor enemigo
Difícil discernir el fondo del debate cuando Pedro Sánchez llenaba de fango verbal toda la pantalla utilizando su turno y el de Feijóo. A pesar de eso, pudimos ver una primera parte del cara a cara con los reproches mutuos por sus alianzas tóxicas. Las constantes interrupciones de Sánchez embarraban el campo. Un presidente hiperventilado ofreció una imagen de nerviosismo derivado de lo que se jugaba frente a un Feijóo sereno, que supo aguantar las constantes instigaciones de su interlocutor. Sánchez negó verdades como su ley de vivienda con Bildu para reprochar al PP sus pactos con Vox. Las formas son decisivas para decantar mucho voto indeciso. Anoche Sánchez fue su peor enemigo.
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Kepa Aulesita
Después de lo visto, todo sigue igual
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo tenían dos obligaciones. Clarificar sus propósitos para la siguiente legislatura y demostrar a los españoles que son dos dirigentes sólidos al frente de partidos sólidos. Pero se limitaron a medir su hombría sin conseguir siquiera resetear la campaña. El cara a cara no dio lugar a un antes y a un después en la liza electoral. Hoy todo sigue igual. Si acaso con un punto a favor de Feijóo: que no le temblaron las piernas ante Sánchez. Y un punto en contra de éste último: que prescindió de actuar como presidente.
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Amaia Fano
Una escaramuza exaltada
No fue un duelo de titanes. Como mucho una escaramuza exaltada entre dos que se tienen ganas. Demasiados desmentidos e interrupciones, menos propuestas que reproches, mucha consigna hiperventilada. Mucho hablar de los ausentes a los que ambos necesitarán para llegar donde ambicionan. Contra todo pronóstico, el temple del gallego logró sacar de quicio al candidato a la reelección haciéndolo parecer un inexperto aspirante. Alguien debería decirle a Sánchez que una cosa es ser locuaz y otra elocuente. Al elocuente le bastan unos cuantos argumentos trufados de datos para sonar convincente. Mientras el locuaz se extravía en la palabrería hueca del discurso prefabricado por sus ‘spin doctors’.
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Ignacio Marco-Gardoqui
No parece que Sánchez ganó el debate
Lo dos contendientes fueron al debate con objetivos diferentes. Pedro Sánchez llegaba con la imperiosa necesidad de ganarlo para dar la vuelta a las encuestas y a Nuñez Feijóo le bastaba con no perder para seguir apoyándose en ellas. Visto así, no es sencillo determinar quién ganó y quien perdió porque fue un debate bronco, con constantes interrupciones y demasiado insistente en los eslóganes. Sánchez se afanó en introducir a Vox en el debate, confundiendo las elecciones de Extremadura con las generales, mientras que Feijóo se esforzó en recordar los desmanes del ‘solo sí es sí’ y los apoyos de Bildu y ERC. No creo que el candidato perdiera el debate. Falta por saber si lo ganó Sánchez, pero no parece…
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Eva Silván
Mucho ruido sin hilo argumental
Empezaba el debate con la expectativa de que el bipartidismo está de vuelta, un debate entre dos candidatos que no van a poder gobernar en solitari. Faltaban voces de contraste. Continuaba el debate con una ensalada de datos sin hilo argumental con interrupciones constantes donde el único que parecía controlar la conversación era un Feijóo capaz de transmitir tranquilidad aunque sus datos no dijesen la verdad. Feijóo ha sido capaz de llevar el ritmo del debate, con un Sánchez a rebufo con poca capacidad de réplica. Mucho ruido y poca claridad, hasta Feijoo quiso olvidar que en una democracia parlamentaria gobernará el candidato que tenga mayoría en el Parlamento, y para eso tendremos que esperar.
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Alberto Ayala
Debate bronco que ayuda a Feijóo
Sánchez llegaba al único cara a cara de la campaña necesitado de un golpe de efecto para invertir unas encuestas que le son negativas. Para Feijóo se trataba de no cometer errores. El líder del PP logró lo que buscaba, el del PSOE, no. Feijóo supo embarullar el debate con un torrente de datos, algunos no precisamente exactos, y situar a la defensiva a un presidente nervioso, que insistió en alertar contra el tándem PP-Vox que viene. Al final las negativas consecuencias de la ley del ‘sólo sí es sí’ o la oferta de Feijóo de abstenerse y propiciar la reelección de Sánchez si gana el 23-J y el PSOE se compromete a hacer lo mismo, que el presidente rechazó, decidieron un debate bronco que juega a favor de Feijóo.
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María Silvestre
Ataques mutuos y sin propuestas
Feijóo se mostró tranquilo y al ataque, arropado por los buenos resultados que le otorgan los sondeos, hasta el punto de atreverse a proponer a Sánchez un pacto para que gobierne la fuerza más votada. Sánchez defendió la gestión de su Gobierno, una mención a indicadores y buenas prácticas que quedaron minimizadas por la actitud del dirigente del PP: No hubo propuestas. Solo ataques mutuos. Quiero destacar que Feijóo rehuyó, no contestó una pregunta directa sobre la actitud negacionista de Vox ante la violencia machista. Como era previsible, salieron en el debate EH Bildu y ERC, y Feijóo saltó de las banderas LGTBI a la defensa de la bandera de España.
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Braulio Gómez
Un debate poco constructivo
El debate fue trabado y poco constructivo. En el bloque económico el ganador ha sido Sánchez si nos fijamos en la realidad económica de España que estaban describiendo ambos candidatos. Aunque Sánchez no pudo rentabilizar más este bloque por las interrupciones y las acusaciones mutuas de mentiras sin tiempo para su verificación. Sánchez colocó al PP cerca de los valores de Vox en relación a la violencia de género y Feijóo mostró falta de sensibilidad e incomodidad con este tema. Sánchez logró transmitir el peligro para la convivencia que supone Vox para el presente y para el futuro. Feijóo no fue capaz de dar ejemplos sobre por qué son peligrosos hoy los partidos soberanistas.
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Yolanda Veiga
Ambos se olvidaron de escuchar
Se olvidaron los candidatos de la regla básica de un debate: dejar hablar al otro. Y tardaron los moderadores 40 largos minutos en afearles la conducta (¿a quién le contabilizaban el tiempo de intervención cuando hablaban a la vez?). Sánchez y Feijóo embarullaron al espectador con una irrespetuosa guerra de datos. El formato, sentados a una mesa, coartaba la gestualidad y casi se agradeció, a la vista del tono bronco: Sánchez más enfático en el gesto, Feijóo más comedido, coherentes ambos en el exceso, en la bronca. Les reprenderían los asesores en la primera pausa publicitaria porque rebajaron el tono. Poco. Y tarde, que llevábamos ya una hora de debate.