Hoy es el día en que los amigos de ETA vuelven a presentarse a las elecciones. Ese hecho ya es de por sí una victoria del terrorismo y de sus cómplices, pero no va a ser la única porque Bildu va a obtener una representación significativa y hasta es probable que gane algunas alcaldías vascas.
TODA la razón para las palabras de Zapatero: el voto es la palanca del cambio. Aunque en su portentosa vocación transformista el presidente sea capaz de presentarse como solución de los problemas que ha creado y eche de menos ser más joven para manifestarse en las plazas contra sí mismo, no cabe sino estar de acuerdo con su apelación de acudir a las urnas para dar la vuelta a una situación de insoportable estancamiento social, económico y político. Ése es el sentido de las elecciones territoriales de hoy, que las circunstancias —incluido el inesperado movimiento de protesta que ha tomado el protagonismo final de la campaña— han convertido en una suerte de plebiscito sobre el estado de agotamiento del proyecto zapaterista.
El ruido de la revuelta de los «indignados» ha puesto sordina mediática a otro clamor de opinión pública favorable al relevo del Gobierno que lleva tiempo cuajado en los sondeos, y ha diluido el mensaje de cambio en una genérica impugnación de la cúpula política; el efecto inmediato de ese mensaje altermundistaestá por medir hasta que empiece el escrutinio, y no es improbable que paradójicamente atempere la verdadera indignación que las encuestas revelan hacia la gestión gubernamental. Pero aunque el presidente sienta la tentación de escudarse en la rebelión juvenil para cuestionar las reglas esenciales de la política institucional, si hoy recibe el castigo democrático que vaticinan los pronósticos no tendrá modo de esconder la evidencia de su fracaso y deberá afrontarla como una verdadera moción de censura popular. Por sonoras que sean las miles de voces que increpan en la calle a toda la nomenclatura dirigente, más fuertes serán las de los millones de votos que hoy deben emitir el veredicto más determinante en una democracia. Ésa es la única sentencia política que puede absolver al Gobierno y también la única que no puede desoír si falla en su contra.
La convocatoria electoral contiene también una novedad lamentable que ha pasado inadvertida en el alboroto de los últimos días. Aunque ninguna referencia se haya escuchado al respecto en las acampadas contestatarias, hoy es el día en que los amigos de ETA vuelven a presentarse a las elecciones. Ese hecho ya es de por sí una victoria del terrorismo y de sus cómplices, pero no va a ser la única porque Bildu va a obtener una representación significativa y hasta es probable que gane algunas alcaldías vascas. Su sola presencia, que no parece inquietar a los airados muchachos del motín urbano, constituye una derrota de la sociedad libre que retrocede una década en el esfuerzo de resistencia frente a la mayor y más real amenaza de la democracia española.
Ignacio Camacho, ABC, 22/5/2011