JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 26/02/17
· Pablo e Irene no desaprovecharán la oportunidad de buscar la confrontación.
Algo sí que hemos avanzado. En la época heroica del comunismo, cuando iba a ser redentor de la humanidad y establecer el «paraíso del proletariado» en la Tierra, es decir, cuando era más una religión que un partido político, estas cosas se solucionaban eliminando al hereje.
El mejor ejemplo es Stalin, que no paró hasta acabar con Trotski. No es que hayan desaparecido del todo esas prácticas –ahí tienen a Kim Jong-un, hermanastro del líder norcoreano, apiolado en Kuala Lumpur a lo James Bond, con Mata-Haris y todo–, pero los modos han mejorado y cómo Iglesias se ha deshecho de Errejón lo demuestra. Primero, le derrota en el congreso, luego, le empuja hacia la presidencia de Madrid para que se estrelle contra Cristina Cifuentes y, por último, le quita la portavocía en el Congreso, que da a su compañera, Irene Montero, colocándole entre Garzón y Mayoral, que puede ser el mayor suplicio.
¿Acierta? Personalmente, sí. Iglesias es un marxista-leninista puro, que considera el partido un ejército listo a combatir al enemigo en cualquier momento y lugar. Para eso necesita gente dura, agresiva, sin escrúpulos, e Íñigo, un vástago de la burguesía madrileña, no lo es. Ahora bien, ¿ayuda al partido? Si estuviéramos en Corea del Norte, sin duda.
Pero estamos en España que, con todas sus cortedades, está política y geográficamente muy lejos de aquella semi península asiática. Errejón sumaba en la cúpula de Podemos al permitirle crecer hacia su caladero: los socialistas descontentos con el PSOE. Irene Montero, no. Irene es la versión femenina de Pablo: apasionada, truculenta, sin complejos. No quiere convencer al rival: quiere aniquilarle. Y así no se crece. Así se despierta pavor.
Siempre alegra contemplar una pareja que se lleva bien. Pero dudo que sea la mejor para derrotar al PP. Es verdad que la mayoría de los españoles se creen de izquierdas, pero en la intimidad somos tan conservadores como el que más. O sea que, excepto los que nada tienen que perder, por fortuna bastantes menos que hace un siglo, se lo pensarán antes permitir que un par de tórtolos enamorados recree el Frente Popular.
Lo que vamos a tener es bronca continua. Pablo e Irene no desaprovecharán la oportunidad de buscar la confrontación. Ya lo están haciendo. Será la tónica de la próxima etapa en la tele, la calle, el Congreso, incluso el aburrido Senado. Quien más puede aprovecharlo no es el PP, instalado en la seriedad, sino el PSOE, al quedar vacante el centro izquierda, su espacio natural.
Siempre que Pedro Sánchez no resucite su espíritu revolucionario para convertir, del brazo de Podemos y los nacionalistas, España en un Estado plurinacional, que tendría de Estado lo que le permitiesen las naciones que lo compusieran. ¿O lo que intentan es acabar con el Estado español, «el primero de Europa, con un ejército permanente, una burocracia nacional, una Weltpolitik y, con los portugueses, una empresa colonial de altos vuelos», según Ortega? ¿Es eso lo que pretenden?
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 26/02/17