EL CORREO – 08/11/14
· «La memoria de los muertos perdura en la memoria de los vivos». Esta frase de Cicerón resumiría a la perfección el objetivo con el que nace el documental de Iñaki Arteta ‘1980’.
Es, de hecho, una de las frases que cierran la película, que llegó el pasado jueves por la noche a Euskadi, tras su paso por la Seminci de Valladolid. Decenas de personas coparon el auditorio del Teatro Campos de Bilbao, escenario del estreno de una cinta considerada «necesaria» para reflejar una de las peores etapas del terrorismo de ETA.
‘1980’ es quizás el mayor exponente del periodo conocido como ‘los años de plomo’. Casi cien asesinatos –un funeral cada tres días-, decenas de secuestros, innumerables cartas de extorsión a empresarios … Y lo más doloroso, la soledad de quienes veían cómo sus familiares eran asesinados por aquello de que «algo habrán hecho». El cuarto documental que Iñaki Arteta dedica a reivindicar la memoria de las víctimas del terrorismo ve la luz cuando ETA no mata. Es momento de «mirar hacia atrás» y «contar lo ocurrido». «Hay películas que hablan del pasado, pero iluminan el presente», expresaba el realizador vasco minutos antes de que diera comienzo la proyección.
Un total de 105 minutos de testimonios, cruzados con fotos de familia, páginas de periódico con instantáneas de cuerpos ametrallados sin ningún atisbo de compasión e imágenes de bancos de iglesias semivacíos. «Nos recuerda la etapa del nacimiento de la democracia, un momento muy difícil, de una forma que no es lacrimógena y para nada se enfoca desde el odio», describe Arantza Quiroga. La presidenta del PP vasco acudió al estreno junto a una amplia representación de su partido, entre los que se encontraban Antón Damborenea, Leopoldo Barreda y Carlos Olazabal. También apoyaron a Arteta el exasesor de Víctimas del Gobierno vasco Txema Urkijo; el exconcejal del PSE en Bilbao Teo Uriarte, que militó en ETA en los años sesenta y fue condenado en el proceso de Burgos; y el periodista Florencio Domínguez, a su vez, presidente de la comisión de expertos que trabaja en el diseño del futuro memorial por las víctimas del terrorismo.
El documental se articula en torno a las experiencias en primera persona de testigos de los atentados vividos a lo largo de 1980. Las palabras de hijos, viudas, hermanos y compañeros de aquellos a quienes se les arrebató la vida se unen a las de periodistas, pensadores, políticos y religiosos para hacer un recorrido por uno de los años más sangrientos. En una Euskadi que estrenaba Estatuto de Autonomía y sufría un paro del 25%. «En la que la gente vivía al margen del terrorismo, más bien intentaba sobrevivir, que no te tocara», señala Quiroga. La dirigente popular tiene claro que «hay que recordar para poder mirar para adelante». «Por eso, este documental tendrían que verlo aquellos que, precisamente, no querrían verlo nunca», apostilla, en relación a quienes apoyaron el terrorismo.
En el Teatro Campos se dieron cita dos tipos de público: quienes sufrieron en sus carnes aquellos años ochenta, en su mayoría, y jóvenes que por entonces vestían pañales o incluso no habían siquiera nacido. «Nosotros sabemos lo dura que fue aquella época, lo importante, y ahí el valor de la película, es que quienes no estuvieron presentes conozcan lo que ocurrió, la historia de este país», explica Juan Antonio, un espectador de 80 años.
Un relato «necesario»
Esa otra cara de la moneda es la que representa Lucía, de 27. No fue testigo de esos difíciles momentos y sabe de los ‘años de plomo’ por lo que le cuentan o ha podido leer. Destaca que el documental de Arteta recoge «diferentes visiones». «Hablan víctimas, periodistas, nacionalistas, no nacionalistas …», relata. Lucía es muy consciente de lo que está en juego en la actualidad. Por ello, ve «necesario» el reportaje. «Sobre todo, en un año que es clave», subraya. El pasado 20 de octubre se cumplieron tres años del cese de ETA y desde las instituciones se apuesta por construir una convivencia basada en la memoria de lo acontecido y en el respeto al diferente.
Lucía comparte palco en el teatro con una amiga, Gabriela, de 29 años y natural de México. Lleva dos años en Euskadi, tiempo suficiente para intentar empaparse de su historia. Para esta joven la película supone «otro punto de vista» sobre la realidad vasca. «Se trata de ponerse en el lugar del otro, de buscar la empatía, que es algo muy importante», destaca. Ambas premiaron al documental con un aplauso, extendido al resto de asistentes al estreno. Una salva que se prolongó una vez la pantalla se fue a negro. Fue entonces cuando se proyectaron los nombres y apellidos de todas las personas asesinadas en aquel trágico 1980.
Iñaki Arteta: «Es evidente que se quiere pasar página, relajarse y olvidar, porque fue muy duro»
· Se declara «perplejo» por la sensación de que en Euskadi «continuamente se mira a la Guerra Civil o el franquismo, y no al terrorismo».
Iñaki Arteta confiesa que él también estaba «inmerso en el paisaje» de aquellos años de «insensibilidad» ante el terrorismo.
– ¿Cómo vivió Iñaki Arteta el año 1980?
– Lo viví como la mayoría de los jóvenes de mi edad. Entonces tenía 21 años y estudiaba fuera de Euskadi, pero venía los fines de semana. Recuerdo las fiestas, las manifestaciones, lo ‘cool’ que era ir a espectáculos musicales en los que podía irrumpir la Policía… Había cierta atracción en lo excitante. Eso por un lado. Por otro, la insensibilidad absoluta hacia lo que pasaba. No recuerdo haber sentido ningún escalofrío por leer o escuchar en la radio lo que ocurría. He de decir que al acabar la película me pregunté: ¿Y yo qué hacía entonces? Y la verdad es que estaba inmerso en el paisaje.
– ¿Qué le parece el cartel de ser, de alguna forma, el director de las víctimas de ETA?
– Yo he hecho lo que quería hacer. A lo mejor no he tenido miedo a expresarme porque sentía que merecía la pena. ¿Por qué no hay más directores? Eso es algo en lo que no me voy a meter. Es cierto que sería lógico que los hubiera, ya que es un tema tan importante y tan arraigado en nuestra evolución como sociedad. Faltan muchas miradas.
– ¿También por parte de las instituciones?
– Creo que ha habido una sensibilidad intermitente con el terrorismo. Ahora preguntas a la gente y están a favor de que hagas estas películas, pero cuando vas a pedir dinero …
– ¿Usted tiene también el temor de que se quiera pasar página como si nada?
– Es evidente que se quiere pasar página. Hay actitudes diferentes, pero todas van en la misma dirección, que es la de relajarse y olvidar lo ocurrido. Por varias razones: Una, que fue muy duro; otra, porque no hemos actuado como debíamos con las víctimas o contra los terroristas. Ya ni te digo quienes fueron cómplices de quienes mataban o los que cometían los atentados. Pero estar continuamente mirando a la Guerra Civil o el franquismo y no hacerlo hacia el terrorismo es, sin duda, algo que me deja perplejo.
EL CORREO – 08/11/14