Miquel Giménez-Vozpópuli

 

  • La presidenta ha dicho que debería ilegalizarse Bildu al incluir en sus listas a asesinos, vulnerando la ley de partidos
Y tiene razón, como la tiene Cayetana Álvarez de Toledo cuando dijo lo mismo el otro día en Tuiter. Ayuso y Cayetana son dos versos sueltos en un PP que quiere parecer demasiado políticamente correcto, no vaya a ser que Doña Botín se enfadara o enfadase, del verbo “A que te hago un Rivera”. Eso puede tener cierta utilidad tacticista por aquello de que las elecciones se ganan desde el centro, y que si el votante socialista desanimado y otras fábulas siderales dignas de Samaniego. Pero dejémonos de macanas. Aquí lo que hay es una gavilla de sujetos que se aprovechan de nuestra democracia y se incrustan en ella con el propósito de cargársela: bilduetarras, separatistas, revolucionarios de miseria y Che Guevara y sigan ustedes contando. Pero la democracia no es sólo un sistema electoral. La democracia es un orden ético, moral, legal, en el que un individuo vale lo mismo que otro, en el que la libertad tiene límites para no convertirse en una jungla, es una manera de entender la convivencia desde la igualdad, el respeto, la justicia y el acatamiento a las leyes.

Puede que, ateniéndonos a estos principios, en España no exista democracia. Si examinamos el cupo vasco, los indultos a separatistas lazis, la puesta en libertad de presos etarras o la colosal corrupción que azota nuestro país sin prácticamente consecuencias para quienes la perpetran, podría discutirse. Digamos, para encontrar un término medio, que somos una democracia débil con los que quieren destruirla.

La ilegalización de Bildu no sería más que la punta de un iceberg en un sistema que presenta anomalías tales como que los okupas tengan más derechos que los propietarios, violadores convictos salgan a la calle por un berrinche de la ministra que no supo redactar su ley estrella, en que por nacer en esta parte de España o en la otra tienes más o menos derechos o te obligan a prescindir del idioma común, en fin, un lugar donde los afectados por el volcán de La Palma todavía viven en caravanas mientras los menas que, de manera más exacta que un reloj suizo, nos manda Marruecos, se alojan en hoteles de tres estrellas.

Somos un país donde la economía anda por los suelos y al que Europa le exige a grito pelado que el gobierno diga a dónde han ido a parar los millones que le entregó para que la gente afectada por la pandemia pudiera recuperarse, un país donde los impuestos son dignos del Sheriff de Nottingham, un país con la peor clase política dirigente de toda la historia de la democracia, un país donde se estigmatiza al empresario que crea riqueza mientras se ensalza al mantero.

Somos un país donde la economía anda por los suelos y al que Europa le exige a grito pelado que el gobierno diga a dónde han ido a parar los millones que le entregó para que la gente afectada por la pandemia pudiera recuperarse

En medio de esto, Ayuso dice que debería ilegalizarse Bildu.  Ah, pero el cordón sanitario hay que hacérselo a Vox, ya saben, esos peligrosísimos extremistas ultras, y machacar de paso a Desokupa, gente que se dedica dentro de la ley a arreglar lo que el estado, sus fuerzas de seguridad, su entramado político y sus políticos no pueden o quieren. Claro que Ayuso es incómoda diciendo cosas como lo de Bildu. Aquí lo suyo va de legalizar al delincuente y arrinconar al ciudadano normal hasta que se rinda de puro cansancio o algo peor. ¡Cuántas cosas deberían ilegalizarse en este país para que la cosa empezase a ponerse en marcha! ¡Cuántas otras tendrían que ser legalizadas en el mismo orden de cosas!

Desengáñense, lo de Ayuso no es incomodidad. Es pura sensatez democrática. Por eso molesta a quienes molesta. Por eso uno no entiende por qué demonios no la han puesto de jefa del asunto. Será que tengo que repasar lo del centro.