Gregorio Morán-Vozpópuli

Nadie hubiera sido capaz de pensar que una piñata se convirtiera en asunto de Estado pero ya ven que todo es posible siempre que se pongan los medios para convertir lo banal o incluso la estupidez en hecho histórico. Un puñado de descerebrados celebran las uvas dándole golpes a un muñeco que oh, osadía, pretende representar a Pedro Sánchez. Se han quemado efigies de monarcas, se han colgado monigotes sarcásticos de todos los tipos y colores, con preferencia de políticos y negros, sin que nadie haya señalado este signo de barbarie como una deriva tortuosa de la libertad de expresión. Incluso la sociedad del móvil lo celebra entre sonrisas cómplices. Pero esta vez no, hasta ahí podíamos llegar. Se trata de nuestro presidente del Gobierno, al que debemos tanto. Pongamos en marcha el estado de emergencia nacional.

Aseguran que fueron los frailes agustinos quienes supieron sacarle partido a la invención oriental de las piñatas. Debían estar diseñadas con siete puntas que evocaran los siete pecados capitales y al parecer acabaron por ser consustanciales con las tradiciones de algunos pueblos autóctonos de México, que aún las conservan. Servían de señuelo para la evangelización y al parecer con éxito. La visualización del mal que terminaba a golpes y descubría en su interior golosinas y regalos nunca dejó de ser una trapacería primitiva.

Lo de ahora no deja de ser primitivo pero con una componente de violencia y odio. Por ganas e intención les gustaría linchar o en su defecto quemar al adversario que detestan. El centenar abundante de cruzados de la tradición que se dieron cita en Ferraz parecían sacados de un casting para spaghetti-western, incluidos rezadores de rosarios del Padre Peyton -¿alguien se acordará hoy de este promotor del Rosario en Familia del nacional-catolicismo?-, añorantes del espíritu inconfeso del Caudillo y herederos huérfanos del fascismo primigenio; gritaban incluso contra los bolcheviques. Nada preocupante, excrecencias de la historia. En Cataluña hemos pasado meses con la principal salida de Barcelona bloqueada por una troupe independentista sin piñata y nadie les prestó especial importancia salvo la sufrida ciudadanía no empoderada.

Agotada cualquier posibilidad de alternancia ni en el poder ni en la información ante el dominio absoluto del discurso oficial, estamos condenados a sufrir la trivialidad como forma de hacer política. Como de lo importante no debemos hablar porque constituye un asunto sangrante cuando no un embrollo permanente que pone en peligro la estabilidad democrática, hemos de atenernos a los golpes de efecto que mantengan al personal distraído. Hoy una piñata rodada en cinemascope, ayer una alcaldesa de Pamplona desposeída de su cargo en un oscuro cambalache del que aún desconocemos sus efectos pero que para contentarnos bien vale que la cesada haya dicho que prefiere “fregar suelos” que pactar con los verdugos. ¿Qué ha dicho de los verdugos? No lo sé ni interesa saberlo, pero imagínense referirse a las que friegan suelos. ¡Que humillación para un oficio tan digno, que ninguno desearía desempeñar mientras quepa la posibilidad de seguir cobrando del dinero público!

En Cataluña hemos pasado meses con la principal salida de Barcelona bloqueada por una troupe independentista sin piñata y nadie les prestó especial importancia salvo la sufrida ciudadanía no empoderada

¿Y qué me dice del café de Barcelona? Ya sé que ocurrió en agosto del año pasado y ahora estamos en enero del año infame, pero que un concejal del PP comparta mesa en sitio tan principal y público como el Hotel Alma con dos miembros de Junts es una prueba de ocultación. ¡Que lo expliquen! Era café con leche, “un tallat” que se dice por aquí, o un solo “ristretto” a la italiana; porque no es lo mismo. ¿De qué hablaron personajes tan principales? Ahí hay tema, y si no lo hay que lo busquen.

La política informativa se ha convertido en una actividad de “Anacleto, agente secreto”, porque debemos volver a leer el TBO como espejo de la realidad, o al revés, la información real que manejamos es un remedo del TBO, aunque sin gracia alguna y sin dibujos. Hay que distanciarse de los símbolos y las metáforas para encararnos con lo que se nos está echando encima. Agostadas las mentiras de puro hartazgo por saturación del producto, ahora toca un trabajo más vulgar y chumacero como es sacarle partido a lo menudo, a aquello que en cualquier otro momento apenas alcanzaría un chisme radiofónico.

Estamos metidos hasta las cachas en la burbuja tecnológica que por su sobreabundancia amenaza con arrasar la información; hay tanto material en las redes que es imposible distinguir y nadie parece interesado en poner un cierto equilibrio entre la filfa de los ombligos escocidos. Es una cuestión más ligada al efecto que a las consecuencias. Sé breve y rotundo escribas lo que escribas, el éxito dependerá de tu petulancia. Si alguien hubiera pensado hace apenas diez años que se podía vivir y muy bien contando las tonterías que se te ocurren desde que te levantas por la mañana, hubiera pensado que en el fondo querías vivir del cuento y de la idiotez ajena, pero hoy es un oficio con futuro que durará lo que la infancia del analfabeto funcional.

Estamos condenados a un gobierno que ni siquiera es de coalición sino un trampantojo al que sustentan los enemigos de todo lo que ese gobierno y ese partido aseguran defender

Cuando no se puede explicar lo que resulta ofensivo para la ciudadanía no hay más remedio que buscar argucias que distraigan al personal. Una piñata, un café, una frase considerada, y no sé por qué, políticamente incorrecta como es “fregar escaleras” – ¿acaso no es un oficio esclavo y humillante a la par que mal pagado, con el que obligadamente convivimos? -…expresiones todas que tienen un valor especial siempre que las pronuncien los adversarios. Cuando nosotros las decimos es en otro “contexto”; eviten los equívocos.

El fondo del asunto, lo que no debe traslucirse nunca y que debe ocultarse echando mano a lo que el azar o la casualidad ponga en tu camino, es que estamos condenados a un gobierno que ni siquiera es de coalición sino un trampantojo al que sustentan los enemigos de todo lo que ese gobierno y ese partido aseguran defender. Es una aportación de Pedro Sánchez que debe ser reconocida como algo insólito en la historia contemporánea. Mantenerse en la presidencia de un gobierno de supuesta coalición, autodenominado progresista, pero gracias a la colaboración interesada y pactada con unos adversarios reaccionarios dispuestos a jugar en beneficio propio.

Como eso no se puede explicar sin apelar a la ambición personal de un tipo capaz de engañar a su madre cuando su “opinión” lo exige, es por lo que viviremos durante años sujetos a las “opiniones” de un desalmado. Hasta las piñatas más aberrantes pueden hacer milagros para que los creyentes mantengan la fe. Aún no hemos tocado fondo; nos esperan sorpresas que nos dejarán atónitos.