Javier Fernández Arribas-El Correo
- Ha conseguido que la gran ciudad de San Petesburgo esté a menos de 300 kilómetros de un país de la OTAN, como es ya Finlandia
La historia ha demostrado en la gran mayoría de acontecimientos que son los hechos los que realmente valen y no las buenas intenciones o los engaños más burdos vestidos con mentiras evidentes. De lo que dice el presidente ruso, Vladimir Putin, y sus ministros más incondicionales a lo que después se convierte en realidad puede que haya un abismo, aunque bien es cierto que, en la esencia de su proyecto más ambicioso, recuperar la Gran Rusia, no ha dejado dudas desde que llegó al Kremlin. La comunicación no ha sido lo más acertado de Putin. No confundir con las noticias falsas, injerencias en procesos electorales, apoyo a grupos antisistema para la desestabilización de los países elegidos, ataques cibernéticos y todo tipo de acción directa que le reportara un beneficio a su estrategia.
Desde 2014 Putin está preparando su pinza contra Occidente. Por el norte, la invasión de Ucrania es la agresión clara y directa argumentando que la expansión de la OTAN a un país como Ucrania es una gran amenaza porque, entre otros argumentos, la distancia entre la frontera ucraniana con Moscú es de unos 600 kilómetros. Ahora ha conseguido que la gran ciudad de San Petesburgo esté a menos de 300 kilómetros de un país de la OTAN, como es ya Finlandia. Por el sur, en el continente africano, las actividades en Sudán de unidades militares y paramilitares rusos, con el famoso grupo Wagner en vanguardia datan de 2017. Algunos golpes de estado se han tenido que producir en este país del norte de África para que las unidades rusas pudieran utilizar Puerto Sudán en el mar Rojo, explotar las minas de oro, ejercer un control sobre el agua del río Nilo clave para la región y crear una inestabilidad que responde a sus intereses.
En este momento, todo parece indicar que Rusia apoya a Dagalo, más conocido como Hemetti, el jefe de las Fuerzas de Apoyo Rápido, sublevadas contra el Ejército sudanés mandado por Abdel Fatttah al Bruhan. Sin embargo, expertos en la región aseguran que Rusia no va a apostar solo a una carta y que, según le vaya interesando, prestará su apoyo a quien pueda ser el ganador. El caso es que la opción de una nueva guerra civil en Sudán desestabiliza una región donde las actividades de Wagner en Mali, Burkina Fasso, República Centroafricana, Libia o Mozambique supone una nueva amenaza para Occidente. En el norte de África, Rusia cuenta con un aliado histórico como es Argelia que en este momento no oculta su alineamiento con Moscú, sobre todo el su carrera de rearme con un notable incremento del presupuesto de Defensa a pesar de los graves problemas de su economía.