JUAN CARLOS VILORIA-EL CORREO

  • Un vídeo de Rahola indigna a un sector del dividido secesionismo catalán

Puede ser la serpiente de verano de los ‘indepes’ catalanes. O un síntoma de la descomposición del ‘procés’. O simplemente una anécdota amplificada por el eco de las redes sociales. Un vídeo en el que varios líderes independentistas, encabezados por el expresidente de Òmnium Cultural Jordi Cuixart, chapotean en la piscina de la casa de Pilar Rahola en Cadaqués y entre risas corean ‘in-de-pen-den-cia’ se ha convertido en un escándalo y un bochorno para propios y afines.

«Miles de represaliados y ellos en Cadaqués haciendo mofa del movimiento independentista», han escrito en las redes sociales. La controvertida agitadora mediática Pilar Rahola, autora del vídeo, ha respondido en un tono desabrido que en su casa hace lo que le da la gana y que los que han sufrido tanto también tiene derecho a divertirse. Y ha zanjado las críticas de la familia ‘indepe’: «Me la soplan». Otro tuitero, en un tono desmoralizado, apuntaba: «Poco nos pasa».

La anécdota de la piscina de Rahola venía precedida de las pugnas cainitas entre Junts y Esquerra que desembocaron en la expulsión de Laura Borrás de la presidencia del Parlament, acusada de corrupción. En medio de un clima de indignación de las bases que piensan que gracias al ‘procés’ los «oprimidos líderes» se han forrado y viven a todo tren, las tensiones por la disputa de la hegemonía de un independentismo a la baja afectan al propio núcleo de Junts, la antigua Convergencia, donde despunta la figura de Jordi Turull, que quiere el control del partido una vez amortizada Borrás.

Caras emblemáticas de la época del referéndum ilegal y del Tsunami Democràtic, como Elsa Artadi, se han retirado de la política y vuelven a la esfera privada. Los huidos en Suiza, como Anna Gabriel, empiezan a ponerse a disposición de la Justicia en España. Francesc de Dalmases, ‘mano derecha’ de Borrás, ha caído en desgracia después de haber coaccionado a gritos a una periodista de TV3 por su forma de gestionar una entrevista a su jefa en la tele pública. El cantautor Lluis Llach, antaño imagen de independentista ideal, cada vez es más cuestionado y se dedica a dar charlas en los pueblos «ocupados por la república catalana».

De Torra no hay noticias y Puigdemont pierde peso en proporción a su alejamiento de la realidad catalana. No hay consenso sobre la hoja de ruta para retomar el camino, ni fecha de un nuevo referéndum. Ni siquiera acuerdo sobre la rentabilidad de una mesa de diálogo con el Gobierno de Sánchez. Y las encuestas de la propia Generalitat dibujan una sociedad cada vez más alejada de sueños independentistas. Quizás otro indicio de que el sentido de la realidad también regresa de su exilio en Cataluña.