Hermann Tertsch, ABC, 24/4/12
La izquierda se ha convertido en la pócima de pensamiento mágico que promete el retorno a las certezas
«CON Hollande estamos más cerca de liberarnos de la dictadura de los mercados». «Con él por fin podremos hacer frente a (la bruja, la nazi, la gobernanta, la amargada, la vayausted-asaberqué) Merkel». «Se va a acabar esta angustia del ahorro». «Tendrán que aflojar por fin». «Pronto nos darán un respiro». Estas frases llenas de optimismo adolescente bailaban ayer por las ondas de radios públicas y privadas. Porque poca radio hay en España que no tenga locutores todo corazón y ternura, que sufren con el «terrible ahorro», con la «dictadura de los mercados», con «esos políticos sin alma» y con «la tiranía de los números». Esto último de la tiranía de los números, terrible crueldad la suya, se lo oí ayer a una exministra de Zapatero. Es decir, a un miembro de un Gobierno que desde luego se consideró absolutamente libre de toda presión de las cifras y relación con los números. Cuando unos no les gustaban, se inventaban otros. Ayer hubo confirmación de su última gran estafa a los españoles. La UE confirmó las cifras del actual Gobierno sobre el déficit y constató la mentira del anterior. Que nos hizo un infinito daño añadido cuando el nuevo estaba en pleno esfuerzo denodado por recuperar en el exterior y en los mercados algo de la confianza y el crédito en España que se ha visto triturada por ocho años vergonzosos. Pues aún no han salido ejércitos de mequetrefes y chiquilicuatres en los programas rosas, verdes y fucsias de la televisión, con tantas sinergias con los opinantes de izquierdas, a exigirle a Zapatero ni cuentas, ni transparencia, ni que pida perdón ni detalles sobre su vida matrimonial. Se les habrá pasado porque están alborotados. Lo están con ese héroe tan improbable que es François Hollande.
En realidad este hombre sólo ha salido a pasear con un mensaje de dos muy simples piezas. La primera es evidente: «vótenme porque están Uds. hartos de Sarkozy, un inquieto arrogante bravucón que no ha solucionado nada». Ya con este mensaje tiene gran parte del trabajo hecho. Gracias a Sarkozy, cuyas maneras le hacen mucho más daño que unos contenidos del quinquenio sin grandes cambios ni sobresaltos. Pero es la segunda parte del mensaje de Hollande la que cautiva más allá de las fronteras francesas y —¡cómo no!— especialmente aquí, en Carpetovetonia. Y el mensaje es: «el esfuerzo es innecesario y nos lo vamos a ahorrar». Así de claro, así de simple, así de potente es el mensaje. Desde hace años se escucha eso de que ante la globalización y los nuevos retos, la izquierda ya no tiene mensaje. Eso es cierto, con una salvedad: no tiene mensaje… viable. Pero tiene el mensaje más potente de consuelo y negación. Merkel es cruel. Las cifras implacables. Los mercados monstruosos. Las finanzas fascistas. Las fuerzas con corazón se reagrupan para hacerles frente a estas realidades canallas. Todos los buenos sentimientos se unen para combatir a la realidad. El pensamiento débil en campaña. Ganan muchas veces. Se vio en España. Pero, claro, sólo batallitas. Porque la realidad gobierna firmemente el mundo y éste mira a Europa entre entretenido y estupefacto. No pueden creerse por ahí fuera las dosis de fantasía, magia y superstición que se derrochan en este decrépito continente en el que la oferta triunfadora es «tranquilícense todos, esfuerzos no, volvemos al pasado». La izquierda se ha convertido en la pócima de pensamiento mágico que promete a los europeos el retorno a las certezas. El pensamiento débil queda seducido. Con suerte sólo harán más difícil, largo y mísero el camino del desarrollo y la libertad. Sin ella, condenarán a Europa a ser el continente fallido.
Hermann Tertsch, ABC, 24/4/12