Miquel Giménez-Vozpópuli

De nada sirve rendirse ante el Diablo pensando que se aplacará. El Mal nunca tiene suficiente y siempre busca ir un paso más allá en la perdición de humanos, pueblos y naciones. En Cataluña, a tenor de esto, la maldad no tan solo no ha desaparecido a pesar del servilismo socialista; por el contrario, esas ofrendas al ídolo lazi han hecho aumentar el odio que los supremacistas sienten hacia los que no comulgamos con sus ideas. Es la realidad de esta tierra, terrible y mecánicamente constante, sin tregua ni alivio.

Por vía de ejemplo: Vilafranca del Penedés, el pregonero de las fiestas locales Otger Ametller, concejal de la CUP entre 2003/ 2009, ha finalizado su perorata con un “¡Puta España!” ante la beatífica sonrisa del alcalde, Francisco Romero i Gamarra. El “i” que no falte. ¿Hay algo más ridículo que colocar esa partícula entre apellidos de origen no catalán? Pero hay que congraciarse con los señoritos, los que deciden quien es charnego y quien no y, especialmente, hacerse perdonar que uno no forme parte de su selecto club. Es del PSC, ese PSC que dice haber pacificado Cataluña, mejorado la convivencia, la cordialidad y el diálogo. Aceptando todo lo que digan los lazis y dejando huir a Puigdemont no habrá problemas con el separatismo. Obvio. Y al resto, que nos den morcilla.

Pero hay que congraciarse con los señoritos, los que deciden quien es charnego y quien no y, especialmente, hacerse perdonar que uno no forme parte de su selecto club

Otro caso muy comentado en RRSS ha sido el provocado por la caída de una chiquilla, Mia, cuando participaba en una fiesta castellera. Unos tuits de @aragorn_v, replicados por Hablamos Español, han mostrado un mini reportaje en el que dirigentes castellers – ya saben, torres humanas – tratan con inhumanidad a críos entre cinco y diez años, los enxanetes, que son los que han de subirse a lo alto del todo. “Son españoles porque aquí ya no hay” dice uno con cara de pena. En esos clips aparece una niña que se niega a subir a lo alto del Castell, llorando aterrorizada; ella y su madre hablan en español, mientras los mandamases hablan en catalán. Ellos mismos reconocen que, para que suban críos castellano hablantes, se soborna a sus familias con trabajos, ventajas, prebendas y se intimida a los críos diciéndoles que, si no suben, se acabará todo eso. Lamentablemente, no puedo validar la veracidad de dichos videos. Están en X, pueden visionarlos y juzgar ustedes mismos. Solo con que fuese cierto un diez por ciento sería denunciable ante la Fiscalía de Menores. Pero la música es conocida. Estoy harto de escuchar que los murcianos – mi padre era de Cartagena – habían venido a comerse el pan de los catalanes, que los andaluces se pasaban el día en el bar, que encima que les daban trabajo a esos vagos españoles solo sabían pedir y pedir. Cuando de pequeño yo decía que mi padre era de Cartagena y camarero, los niñatos mierdas arrugaban la nariz. A alguno le costó un labio partido. A mí unas gafas, no crean que ellos son mancos. Lo que nunca dicen es que la burguesía catalana envió a la gente que vino de fuera de Cataluña a suburbios sin luz, agua, gas, alcantarillado, médicos, como recordatorio de que ese era su sitio y dando gracias.

Lo que nunca dicen es que la burguesía catalana envió a la gente que vino de fuera de Cataluña a suburbios sin luz, agua, gas, alcantarillado, médicos, como recordatorio de que ese era su sitio

El mal separatista está firmemente arraigado en una parte del pueblo catalán y ha podrido hasta el tuétano la sociedad. Esa putrefacción que viene de lejos no se eliminará hasta que se ataque el origen de la cangrena. Al Diablo no lo vences con té y pastitas. No sé si me entienden.