EL MUNDO 11/04/13
· Tras su último comunicado, no excluye un atentado como estrategia «puntual y táctica».
En un mundo en el que lo políticamente correcto es afirmar que ETA no volverá a atentar, un informe de la Policía Nacional estimando la posibilidad de que esa situación se pueda dar, advirtiendo de que el «cese definitivo de las acciones armadas» puede ser «reversible» y, más concretamente, después de septiembre, fue recibido con cierta sorpresa en la sede del Ministerio del Interior.
Ocurrió el viernes en presencia del ministro, Jorge Fernández Díaz. Los expertos de las Fuerzas de Seguridad habían sido llamados a analizar el comunicado que ETA hizo público el 23 de marzo y en el que advertía que el cierre de la ventanilla de interlocución en Oslo constituía «un paso atrás muy importante» que «traerá consecuencias negativas» ya que «dificulta la resolución del conflicto».
A la vista del texto, los representantes de la Policía fueron más lejos que el resto y pusieron encima de la mesa varias opciones, «por prudencia», según las fuentes consultadas, porque en la lucha contra el terrorismo «siempre hay que tener en cuenta la peor de las hipótesis». Y lo hicieron después de recabar datos y comparar las treguas fallidas de 1998 y 2006. Los agentes admiten, obviamente, que las circunstancias son distintas pero también consideran que hay pautas de comportamiento que hay que tener en cuenta.
Los etarras, dicen, apelan cuando les conviene al proceso irlandés, que no excluye la confrontación y la negociación cuando se bloquea esta última. En 1998 la desbloquearon con el asesinato del coronel Blanco y en 2006 con el atentado de Barajas en el que no perseguían asesinar, aunque mataron a dos personas.
En esta ocasión, según los analistas policiales, no hay que descartar la posibilidad de que atenten sin que se produzcan víctimas, para hacerse valer, no en forma de campaña sino puntualmente y con una pretensión táctica. ¿Y por qué a partir de septiembre? Porque ésa es la fecha para la que los verificadores internacionales han anunciado su vuelta y ETA podría intentar sacudirse la frustración de otro fracaso. «La banda», recuerdan los expertos policiales, «solía dar plazos cada vez que decidía tomarse un tiempo de distensión y si no se cumplían sus expectativas en ese plazo, tomaba sus decisiones».
El comunicado de marzo era un resumen de las últimas contrariedades sufridas por la banda. Tras el anuncio del cese definitivo, los jefes del aparato político (David Pla, Iratxe Sorzabal y también Josu Ternera), se trasladaron a Oslo a la espera de que Mariano Rajoy, que había ganado las elecciones, enviara un grupo de negociadores que cumpliera con los compromisos asumidos por el Gobierno de Zapatero. Los interlocutores del Ejecutivo no llegaron nunca. Sí se desplazaron hasta allí miembros de la izquierda abertzale y los verificadores internacionales bendecidos por éstos, encabezados por Ram Mannikalingam.
Hartos de esperar, los etarras comunicaron a los verificadores que, para evitar escisiones, el desarme o cualquier otra consideración tenía que ser objeto de discusión directa con el Ejecutivo. Los verificadores se cansaron de la intransigencia de los etarras y se plantearon abandonar. Finalmente, decidieron que volverían en septiembre por si para entonces el Estado y ETA habían reflexionado. Los etarras tuvieron que irse de Oslo e hicieron público el texto.
Para la Policía, aunque ETA diga que mantiene su compromiso, en el citado texto también reprocha a los socialistas que dejasen «pudrir el proceso» (una expresión utilizada en el pasado con consecuencias poco tranquilizadoras); y, sobre todo, condiciona todo a que el Gobierno negocie. «Si esto no ocurre y los verificadores fracasan, ¿alguien sabe seguro lo que va a ocurrir?», se preguntan los agentes, que recuerdan que la decisión del cese fue adoptada por tres etarras y ratificada hace un año por unas bases que tenían sus expectativas. Y que constatan la actitud de los dirigentes de Sortu y Bildu.
Los expertos de la Guardia Civil no fueron tan lejos. Aceptaron que era el comunicado más «subido de tono» escrito por ETA, pero lo atribuyeron a su intención de que toda la responsabilidad de lo que denominan «bloqueo de la situación», recayese sobre el Gobierno y sobre todo a su necesidad de presionar al Ejecutivo para que sus presos salgan de forma escalonada y que los huidos regresen. Es otra «vuelta de tuerca», dicen, y se aferran a la escasez de efectivos de la banda.
Respecto al CNI -que en estos momentos es la institución que mejor información tiene y que ha elaborado un dossier sobre un debate habido entre las filas etarras a principios de año- su análisis fue el más optimista. Sus analistas consideran que no hay cambios y que la actitud de ETA responde a su enfado por haber tenido que abandonar Noruega.
El lunes se produjo otra reunión, en la que estuvo el CNI, para consensuar los análisis. Se acordó que el comunicado de marzo es distinto pero sin mayores consecuencias.
EL MUNDO 11/04/13