EL CORREO 03/12/13
· El recorte a la mitad del gasto por la irrisoria recaudación que lograba la banda motivó el cisma en 2008 entre las dos facciones ‘Thierry’Ozaeta y ‘Ata’-’Txeroki’
En 2005, 2006 y 2007 ETA exigió a un millar de empresarios una cifra global de 135 millones de euros en concepto de ‘impuesto revolucionario’, según estimaciones de la Policía francesa a partir de archivos internos. Pero las cifras efectivamente recaudadas eran porcentualmente irrisorias pues, por ejemplo, en 2005 los ingresos por extorsión solo alcanzaron los 625.000 euros. La drástica política de recortes de la tesorería, que impuso reducir a la mitad los gastos de funcionamiento, está en el origen de la crisis cismática que opuso en 2007 y 2008 al tándem político-financiero de ‘Thierry’ con el complejo logístico-militar de ‘Txeroki’ y ‘Ata’.
El testimonio bajo juramento de los policías Nicolas Engel y Benoît Auger-Latife ante el Tribunal Especial de lo Criminal de París arrojó ayer luz inédita sobre la complicada situación financiera de ETA y el limitado impacto de la extorsión en el empresariado, comercio y profesionales liberales en los coletazos de la lucha armada. La cifra más llamativa por su dimensión desorbitada es la que contabiliza un total de 134.732.000 euros en peticiones del ‘impuesto revolucionario’ reclamadas en 1.593 cartas remitidas entre enero de 2005 a diciembre de 2007 a 1.025 víctimas.
Esos guarismos proceden del material informático intervenido en abril de 2009 al ser arrestado en París a Ekaitz Sirvent Auzmendi, juzgado desde el pasado 25 de noviembre junto a Ainhoa Ozaeta y Peio Ion Sánchez Mendaza por presunta gestión del ‘impuesto revolucionario’ desde el aparato Gezi. Entre los archivos de esta estructura había un listado de todos los códigos alfanuméricos atribuidos a cada objetivo para autentificar los envíos y facilitar su seguimiento. En esa secuencia de cifras y letras, la primera inicial corresponde a la provincia de la empresa, los números siguientes indican el mes y el año de la demanda, los siguientes el número de registro en la base de datos de ETA, a continuación viene la cantidad exigida y se termina con la letra del recaudador de Gezi que lleva el expediente.
Los 134 millones y pico son, por tanto, una extrapolación a partir de los códigos alfanuméricos y no del contenido de las cartas, todas criptadas y protegidas por claves de acceso que no se han podido descifrar. No es el caso de medio centenar de misivas preparadas para ser enviadas en abril, mayo y junio de 2009 con peticiones globales del orden de millón y medio al mes que todavía no habían sido encriptadas. Por ejemplo, fechadas en abril se descubrieron 17 cartas de recordatorio con sumas de entre 60.000 y 300.000 euros y con data de junio había 14 misivas de amenazas de 36.000 a 180.000 euros.
Brutal tijeretazo
Las cifras de ingresos se encontraron en mayo de 2008 en la casa que ocupaban en Burdeos el jefe político Xabier López Peña, ‘Thierry’, y Ainhoa Ozaeta, ‘Kuraia’, la supuesta tesorera. Según la Policía francesa, el binomio sustituyó en idénticos cometidos a la pareja formada por Mikel Albisu, ‘Antza’, y Marixol Iparragirre, ‘Baltza’, detenidos en octubre de 2004 en una granja bearnesa. La contabilidad referida a 2005 refleja unos ingresos totales de 760.380 euros, de los que 625.000 corresponden al ‘impuesto revolucionario’, el 82%, una proporción equivalente a la del ejercicio de 2006.
A título comparativo, Iparragirre, la anterior tesorera, había consignado en 2002 una recaudación de 1.434.681 euros fruto del chantaje. La merma progresiva de recursos trajo como consecuencia «una purga drástica consistente en dividir por dos las asignaciones a todos los aparatos», explicó el capitán Engel. A su juicio, el brutal tijeretazo a los gastos de funcionamiento motivó las críticas de Mikel Karrera Sarobe, ‘Ata’, a Ozaeta en su calidad de responsable del dinero.
En un documento titulado ‘Es hora de hablar claro’, fechado en enero de 2008 y encontrado también en Burdeos, ‘Ata’ arremetía contra la «incompetencia» de ‘Kuraia’ por poner en peligro la seguridad de los militantes con los recortes, no reinvertir los fondos ahorrados o haber realizado una ruinosa por tardía conversión de dólares en euros, entre otras críticas particularmente acerbas. La crisis derivó en expulsiones recíprocas por parte de ambos bandos enfrentados en una escalada de tensión que obedeció a «diferencias sobre el reparto del dinero y no de línea política», según testificó la semana pasada el comandante Stéphane Durey, otro policía antiterrorista.
Desde la tercera carta
Atribuida a Sirvent, se halló en su poder una contribución partidaria de cambiar la metodología de la extorsión y de apuntalarla con atentados selectivos para reeditar el ‘efecto Korta’, repunte recaudatorio registrado tras el asesinato el año 2000 del presidente de la patronal guipuzcoana. El autor argumentaba que se había producido una «democratización del impuesto» a causa de las campañas masivas.
«Los empresarios conocen perfectamente el procedimiento y sus plazos. Las patronales les avisan y les dicen a partir de qué plazo deben comenzar a inquietarse (a partir de la tercera o de la cuarta carta). Debemos poner término a su tranquilidad y a su conocimiento. Debemos jugar más sobre el efecto sorpresa y el efecto psicológico», recomendaba. ETA anunció en marzo de 2011 el fin de la extorsión.