EL PAÍS, 24/10/11
PSE y PP priorizan la convivencia y la concordia sobre los cambios penitenciarios
El nuevo escenario de paz en Euskadi se ha reducido a una cuestión de velocidades. El dilema entre los dos bloques -nacionalistas y abertzales, de un lado, y PSE y PP, de otro- configurados con una apresurada rapidez tras el anuncio del cese definitivo de ETA surge en torno a la política penitenciaria. En esencia todo se reduce a qué se puede hacer para favorecer la política de reinserción.
Ayer mismo, en los actos electorales de los principales partidos, volvió a escenificarse la doble velocidad que se plantea ante la nueva situación que se deriva del comunicado final de ETA. De un lado, el PSE-EE insiste en la hoja de ruta del lehendakari, Patxi López, que prioriza la consecución de un escenario de convivencia y concordia antes de abordar las reivindicaciones que abandera la izquierda abertzale. A este empeño se refirió ayer Ramón Jáuregui, ministro de la Presidencia y candidato socialista por Álava ante el 20-N, cuando reclamó «ayuda» a López para contribuir a «la paz y la convivencia democrática».
Pero desde la otra parte de la barrera, el PNV entiende que hay un camino por recorrer en materia de política penitenciaria que, subrayan desde el EBB, no tiene que estar supeditado a las gestiones del lehendakari en materia de convivencia a partir de la ronda que se escenificará esta semana. De hecho, como aventuró ayer en Vitoria Josu Erkoreka, se han acabado las razones de excepcionalidad para justificar que los presos de ETA sufran un tratato discriminatorio en relación a los internos comunes. Se trata de un argumento al que ayer se refería ya el PNV en la información que avanzaba este diario sobre la voluntad de los partidos cuando sean recibidos por López.
Y es que la cuestión de los presos es el punto de referencia para el ámbito abertzale a partir de la consecución de la paz. Desde la izquierda radical, las cuestiones de la convivencia y la concordia nunca han formado parte del dilema del conflicto. Para los abertzales, el debate se enmarca en la búsqueda de soluciones sobre el derecho de autodeterminación -la independencia, vaya- y la salida de los presos de ETA. El PNV lo secundará, pero en paralelo será contundente en la defensa de las víctimas y en el ansia de un escenario de concordia.
Así las cosas, queda por conocer la voluntad del PP, convertido en un elemento desequilibrante del arquetipo político que se intenta dibujar en Euskadi para un futuro inmediato. Los populares, desde la llegada de Antonio Basagoiti, se han hecho con un discurso propio que les aleja del españolismo despectivo al que se les asociaba en tiempos de Mayor Oreja y María San Gil. En su articulado, el PP vasco rechaza cualquier toma de decisión condicionada por las urgencias de la izquierda radical. Es por ello que advierten al lehendakari de que no se deje llevar por las prisas que se aprecian en el entorno abertzale y que era una constante entre sus principales representantes durante la multitudinaria manifestación de pasado sábado, en Bilbao.
En este escenario, Patxi López aborda su reto más comprometido porque dentro del partido hay voces que le apelan a mostrar «coraje» ante la situación que se avecina, como decía el pasado sábado un candidato socialista al 20-N, habida cuenta de que «no debemos nada a nadie y nuestro sacrificio durante años nos proporciona la legitimidad suficiente para tomar decisiones sin estar pendientes de nada ni de nadie», decía otra de las fuentes socialistas consultadas. Sin embargo, el lehendakari es consciente de que todo su empeño, reflejado en el decálogo que llevó al Parlamento, necesita de otros compañeros de viaje y es aquí donde PP y PNV le exhibirán sus condiciones.
EL PAÍS, 24/10/11