ABC 13/04/17
· Los prelados de Vitoria y San Sebastián difieren sobre el papel de la Iglesia en el desarme
La Iglesia vasca no ha permanecido ajena al desarme de ETA. Los obispos de la Comunidad han seguido con celo el proceso, que culminó el pasado sábado con el «paripé» que tuvo lugar en la localidad francesa de Bayona. Hasta allí se desplazó el arzobispo de Bolonia, Mateo Zuppi, que, tal y como se supo a posteriori, no acudió en nombre de la Santa Sede, sino a «título personal». La presencia del prelado en la ceremonia de entrega de los arsenales de la banda terrorista, sin embargo, ha conseguido dividir a los máximos responsables de las diócesis de la Comunidad Autónoma, que difieren sobre cuál debe ser el papel de la Iglesia en este asunto.
En concreto, el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, se desmarcó ayer del discurso de su homólogo donostiarra, José Ignacio Munilla, que el pasado martes destacó que Zuppi había actuado «por su cuenta y riesgo» y desligó su presencia en Bayona de la de la Iglesia. Por el contrario, el prelado alavés sostuvo ante sus fieles que las instituciones católicas del País Vasco desean «seguir ayudando» en este «proceso de paz». Durante la reflexión, que tuvo lugar en la Misa Crismal previa a la Semana Santa, el obispo anunció que la diócesis está «impulsando y dando forma» a un nuevo proyecto de reconciliación que, su parecer, precisa del apoyo de todas las instituciones eclesiásticas: «Nos espera un largo camino en el que no podemos ni desanimarnos ni restarnos, sino sumarnos», manifestó.
«Por su cuenta y riesgo»
La postura de Elizalde no casa con la de Munilla, que, en declaraciones a Radio María, incidió en que la Iglesia no estuvo «implicada» en el acto organizado por los mediadores de la organización criminal. El obispo de San Sebastián admitió sentirse sorprendido ante el hecho de que el propio arzobispo de Bolonia acudiera al evento, aunque, en cualquier caso, subrayó que no fue «enviado» por la Iglesia ni recibió «ninguna bendición implícita ni explícita» de ésta: «Acudió a título totalmente personal, por su cuenta y riesgo», argumentó. De hecho, la comunidad católica de San Egidio subrayó en un comunicado que el prelado acudió como un «testigo moral», tal y como había hecho en anteriores ocasiones en otros «procesos internacionales», con el fin de mediar entre las partes y ayudar a «superar esta dolorosa página en la historia española».
Por otro lado, el prelado donostiarra aventuró que la razón por la que los organizadores del desarme de ETA invitaron a participar a un miembro de la institución católica radicaba en que estaban «verdaderamente necesitados», pues precisaban de personalidades que realzaran «un acto en el que querían escenificar no se sabe qué». En esta línea, subrayó que los autonombrados «artesanos de la paz» intentaron «utilizar» a la Iglesia para sus propios fines: «Como no sabían a quién recurrir, buscaron un obispo por su cuenta», alegó.
Tampoco al Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) le agradó la presencia de Zuppi en la escenificación del desarme de ETA. Ayer, la presidenta de la institución, Consuelo Ordóñez, envió una carta al Vaticano en que la que manifestó su «indignación» ante el hecho de que un «alto cargo de la Iglesia católica» acudiera a un acto «propagandístico» como el de Bayona. Lamentó que el obispo no solo actuó, a su parecer, como «parapeto» de la banda, sino que tampoco exigió «la condena del terrorismo». «Las víctimas, de nuevo, estamos indignadas –sostuvo Ordóñez–. Ahora que por fin la Iglesia vasca parecía dar pasos para acercarse a las víctimas, ahora son las más altas instancias de la Iglesia quienes la desautorizan, quienes dan carta de naturaleza a unos terroristas orgullosos de su pasado».